agosto 31, 2014

claro que sí

Se me están yendo muy rápido las ganas.
No paro de preguntarme, a mí, ¿qué hago?, y qué, que qué hago. Porque no lo sé.
(¿Sabes qué sé? Doler.)
Cállate ya. Yo.
Mira qué ganas de romperme.
Para.
Ojalá fuera la piedra esta vez la que tropezara conmigo.
Pero no.
Mira mi facilidad de caídas.
Mira toda la lista de sueños imposibles. Que odio, por ser imposibles. Y quiero, por ser imposibles.
Y ni te cuento lo desordenada que tengo la cabeza.
¿Sabes ya leerme?
Yo no.
Y no puedo cambiarme. Nunca podré dejar de ser yo.
Mira. Sólo soy a ratos.

-
Lo de que algo no iba bien lo noté enseguida, porque mi yo es más rápido y
no se equivoca tanto.
Y sabes que algo no va bien cuando de repente las cosas cambian, sin saber cómo, o por qué. O quizás sí lo sabes. (Algo no iba bien, eso está claro).

He descubierto como funcionan algunos anclajes mentales y, la gente habla sin saber. Y muy a menudo trata cosas que ni  ha sentido.
Anda que no me habré cruzado con gente que haya dicho un "lo siento", sin sentir nada, un "te entiendo" sin entender nada.

Para.
Ahora. Sigue.

Sé que todo sería más fácil si -de una vez por todas- aceptara que las cosas tienen que cambiar. Y que a veces está bien que cambien.
Y yo, que sólo espero que los cambios, cambien.


Cállate. Yo.
No os dais cuenta. No hemos crecido. Yo no he crecido. Sólo he sido una niña. Detrás de otra.