abril 27, 2020

Mi nueva teoría de todo

Aquí estoy, encerrada.
Pero mi mente sigue viajando. Y creo que a estas horas debería estar haciendo escala con otro vuelo.

¿Sabes de lo que hablo?
Mira. ¿Te lo hubieras imaginado antes?
Yo no. Ahora sí. ¿Pero estás seguro de que tú también?

Para. Ahí estaba yo hace tiempo. Ya no.
Hoy, y hace más de 44 días no han existido. Nunca. Pero a la vez sí.

He tomado un largo descanso. De escribir.
¿Y sabes qué? Todo-va-rodado.
A ver si es que eras tú. Qué horror.

Ya no soy igual. No pienso igual. No escribo igual. No lo entenderías.
No necesité una pandemia para darme cuenta de eso, pero ha llegado. ¿Te acordarás del valor de lo verdaderamente importante después de todo? ¿Sí? Déjame decirte. No lo creo.

Encerrada. Y he confirmado que el ser humano es idiota por naturaleza.

Desde mi montaña más alta y lejana, me gustaría deciros: os odio a todos.

Desde mi montaña más alta y lejana, me gustaría decirte: menos mal que estás tú.

He vuelto. En mejor versión. Y ésta es mi nueva teoría de todo.


septiembre 02, 2016

SI ESTABAS ESPERANDO EL MOMENTO CORRECTO, ERA ESE


Aquel día nadie salió a comprar el pan
nadie dibujó, escribió, cantó
ni siquiera besó
aquel día nadie hizo nada
los pájaros jamás cantaron
ni ladró aquel perro del piso de enfrente
nadie recibió ningún whatsapp
ni cartas
nadie compró ni vendió
no llovió, ni siquiera salió el sol
no hubo lluvia de estrellas
ni llantos
ningún reloj marcó la hora
tampoco nadie avisó la hora de la comida
ni de la cena
nadie se cayó ni saltó
nadie apostó ni jugó
las horas no pasaron
nadie mintió tampoco dijo la verdad
qué pasó
no pasó nada
ni siquiera tú

enero 03, 2016

No me he ido pero ya ni siquiera sigo aquí


dejé de seguir una meta desde hace tiempo.



Hoy ha sido la gota que ha colmado el vaso. 
(Lo ha derramado todo por el suelo).
He caído en la cuenta, de que, todo es la misma mierda pero con distinto nombre. 

A ver. Las cosas no eran fáciles, pero ahora son jodidamente más difíciles de aceptar. 
Nunca me he lanzado a una piscina sin antes saber si había agua. Pero contigo hasta agarré a dos manos el clavo ardiendo. 

Porque la vida es eso: jugar con fuego. Y tú ardías.

He cerrado mil veces los ojos y te sigo seguía viendo a ti. 
Que alguien me golpee muy fuerte la cabeza contra la lista de cosas que debería llevar a cabo porque quiero hacerlas y no porque deba.

No se pueden decir tres cosas opuestas en tres etapas distintas. Y estar como si nada. 
Las oigo una detrás de la otra y cuando acaba la última, vuelve a seguirla la primera. 

Eso no es querer, es hacer acampada emocional. 


julio 06, 2015

Jamás lo entenderéis


Después de un largo tiempo sin escribir. Voy a ir al grano: gracias.
Voy a explicarme.
Después de un tiempo ya no me pregunto más por qué. Ahora, soy más lista. 
He andado por un camino que sé que ya no quiero volver a pisar más. No me gusta tropezarme con piedras constantemente y sé que otros caminos tendrán mejor asfalto. 
Eso sí, he aprendido de errores que no pienso cometer en un futuro.
Pausa.
Ten cuidado con las metáforas que utilizas. 
Pausa.
Sigo.
Me he re-pensado las cosas a modo bucle y he caído en la cuenta de que resulta que no soy yo la que lo anda mal (mi camino). 
Pausa.
Era de esperar que chocara. Ningún camino es recto.

Espera.
Tú. Yo-ya-no.

Sigo. Yo.
Como siempre he sido yo. 

Pausa.
Tengo claro quién soy. Y no necesito convencer a nadie más que a mí misma. 
Pausa.
No somos dianas contra las que apuntar -joder-.


Ya no siento nada.

enero 20, 2015

la suerte que creo que nunca tengo y que a veces sí tengo


Que yo venía a hablaros de lo difícil que se me hace no escribir. Y no es por pereza, sino porque el tiempo me lo impide más de lo que querría.
Pero hoy, no sólo mis ganas, mis manos también se han lanzado y me han incitado a escribir.
Y ya ves.
Aquí estoy.
Quería hablaros de la suerte. ¿Pensáis que la suerte existe? O tan sólo pensáis que la vida ya está establecida y no hay cambios, ni suertes, hay lo que hay, y ya.
Para mí, la suerte está. Y no sé si de nuestro lado, pero podría asegurar que del mío no.
Quizás para algunos tan sólo sean un montón de letras unidas que forman una palabra, así, tan simple como eso.
Pero para otros "suerte" es todo. Y cuando digo todo es, necesidad. Miles de personas relacionan acciones en su vida con la suerte, como una manera de apoyarse en algo. ¿He conseguido una buena plaza en un seminario? Suerte. ¿He perdido una partida? Mala suerte.
Hay dos tipos de suerte: la buena y la mala, ¿no? Pero, ¿y si hay otro tipo de suerte? 
Quiero decir, un adjetivo que no sea ni bueno ni malo, algo intermedio. Como cuando no es blanco ni negro, es gris. Algo parecido.
Supongo que podríamos llamarlo algo así como "casi buena suerte pero no" o "suerte a medias" y yo que sé.
Las cosas nos pasan porque somos así, porque quizá estemos formados de un material que a pesar de todo nos haga resistentes a cualquier cosa que nos pase. Pero, esto no es del todo así, ¿cierto? O me equivoco. Nadie tiene la "suerte" de no morir. 
Suerte y tiempo quizá se complementen. ¿No pensáis?
Tal vez no existe la buena suerte, ni la mala, ni la media, ni la casi suerte, ni la poca suerte, nada. Tal vez lo que exista es aquello que el tiempo nos regala, o nos quita. Y no sé si me explico.
Da igual, el caso es que suerte es algo más que una causa o fuerza que supuestamente determina que los hechos y circunstancias imprevisibles o no intencionados se desarrollen de una manera o de otra o que las circunstancias de la suerte se consideren predeterminados para la vida de alguien. Yo creo que SUERTE es algo más que todo eso, y que puede agarrarnos la mano en cualquier momento. Puede que pensar mucho en ella te quite la opción de tenerla. Quizás debamos saber en qué momento la necesitamos y en cuál otro momento no. Como un aviso que nos indique que no necesitamos nada más allá que lo que podemos hacer nosotros mismos, siendo los dueños de nuestras propias conductas. 
Pero, puede darse que no, ¿no es cierto? No creo que el resultado de lanzar un dado o una moneda al aire forme parte de mí, si no de mi suerte.
Sinceramente, no recuerdo bien a qué he venido aquí. Suerte es, pues eso: suerte. Y sólo ella sabe cómo y cuándo aparecer.

pues mira sí

Esta noche he aprendido algo. Bueno, lo he entendido, porque aprender aprendemos cada día.
Y todo creo que han tenido la culpa las frecuencias. No sé. Lo nuestro es pura estadística. Para que lo entiendas: mi corazón funciona con una especie de mecanismo y tú has estado a punto de llegar al núcleo con tus fórmulas.
¿Sabes cuál es el problema? Te has saltado todas las leyes de aceleración y me has dejado sin combustible. Las cosas tan complicadas no hace falta entenderlas tal y como vienen porque yo soy más de técnicas o de experiencias y tú de leyes y formulación.

Estábais todos equivocadísimos con vuestras estudiadas conclusiones, aunque ahora mi reacción es aceptar que estoy jodida.

enero 07, 2015

Resumen de 365 días

Sé que llego tarde para escribir sobre mis 365 días en 2014, pero a mí siempre me gustó la frase de "mejor tarde que nunca". Así que aquí estoy. No sabéis cuánto me he echado de menos.
Echando un poco la vista atrás, no soy la misma chica de antes, pero tampoco he cambiado tanto. Sigo siendo igual de nerviosa y pasional, incluso me cuesta quererme un poquito a mí misma. Podría deciros que he perdido pero también he ganado, y que quiero todo lo que tengo que hoy día me importa más que tener todo lo que quiero.
A lo largo de estos 365 días he tenido gente que ha seguido conmigo, que no ha seguido conmigo o que ha seguido un camino completamente diferente al mío, y qué decir, no tengo nada que reprocharles, creo que me quedo con la simple idea de que a pesar de todo aún hay gente que se sigue quedando. 
Estoy contenta de lo que he aprendido, y de cómo he acabado el año, así que supongo que también me gustará cómo lo voy a empezar.
Volviendo al pasado, he tenido días realmente malos y pérdidas que jamás pensé que pasarían pero pasan. Sólo puedo decir que me alegro muchísimo de haber coincidido con personas tan buenas en esta vida. Y que por mucho tiempo que pase no olvidaré porque siempre estarán muy dentro de mí, y en el corazón.
No me he centrado en ningún propósito, ni siquiera me he parado a pensarlos hasta hoy. Creo que si los pienso demasiado al final las cosas me van a salir al revés.
Puedo quedarme con recuerdos extremadamente bonitos, aunque algunos sepa que no se volverán a repetir. 
También creo que he madurado y crecido en muchos aspectos, físicos, emocionales e intelectuales. Aunque de vez en cuando siga dejándome llevar.
Tampoco sé muy bien cómo resumir mi año puesto que ha tenido mil cosas de todo y mil cosas de nada. Pero si tuviera que quedarme con algo, me quedo con haber conocido a gente que ha aportado mucho en mí aunque no lo sepan.
Y, dejando de lado el pasado, ahora toca centrarse en el presente. He despedido el año contenta y con mil ganas de empezar nuevas aventuras al lado de las personas que siempre han estado ahí. Creo que no es necesario dar las gracias, aunque me resulte casi imposible.
Empiezo el año con fuerza, tanta que me creo que puedo con todo. 

Y ya está. En este día siete os digo - por último- que me veo capaz de cuidar lo que tengo.

diciembre 21, 2014


"Siendo sincera y honesta es precioso sentirte cuando estás cerca. Quizá tú hayas sido una de la mejores sensaciones de toda mi vida. Pero es tan horrible lo que dejas cada vez que desapareces, que no existe, que no existe nada en el mundo que tú puedas hacer que compense todo el daño que me produce el sólo y simple hecho de que te marches."

agosto 31, 2014

claro que sí

Se me están yendo muy rápido las ganas.
No paro de preguntarme, a mí, ¿qué hago?, y qué, que qué hago. Porque no lo sé.
(¿Sabes qué sé? Doler.)
Cállate ya. Yo.
Mira qué ganas de romperme.
Para.
Ojalá fuera la piedra esta vez la que tropezara conmigo.
Pero no.
Mira mi facilidad de caídas.
Mira toda la lista de sueños imposibles. Que odio, por ser imposibles. Y quiero, por ser imposibles.
Y ni te cuento lo desordenada que tengo la cabeza.
¿Sabes ya leerme?
Yo no.
Y no puedo cambiarme. Nunca podré dejar de ser yo.
Mira. Sólo soy a ratos.

-
Lo de que algo no iba bien lo noté enseguida, porque mi yo es más rápido y
no se equivoca tanto.
Y sabes que algo no va bien cuando de repente las cosas cambian, sin saber cómo, o por qué. O quizás sí lo sabes. (Algo no iba bien, eso está claro).

He descubierto como funcionan algunos anclajes mentales y, la gente habla sin saber. Y muy a menudo trata cosas que ni  ha sentido.
Anda que no me habré cruzado con gente que haya dicho un "lo siento", sin sentir nada, un "te entiendo" sin entender nada.

Para.
Ahora. Sigue.

Sé que todo sería más fácil si -de una vez por todas- aceptara que las cosas tienen que cambiar. Y que a veces está bien que cambien.
Y yo, que sólo espero que los cambios, cambien.


Cállate. Yo.
No os dais cuenta. No hemos crecido. Yo no he crecido. Sólo he sido una niña. Detrás de otra.

julio 03, 2014

vértigo

Las dos y dieciséis de la mañana, y sabes qué.
¿Sabes qué?
Estoy destilando y ni siquiera sé por dónde empezar a sangrar.
Ya sé que nunca se me dio bien y que tengo la mano completamente puesta en el fuego.
Me he subido a ese precipicio y desde ahí veo todo demasiado al revés.
La pequeña siempre he sido yo. Sé que no lo vas a entender.
Y que quema, y que me voy a caer.
Yo nunca he querido un invierno, pero dónde está el frío cuando más se necesita,
o lo necesito. Digo.
A veces entiendo de vértigos, este precipicio tiene unas vistas que flipas. 
Eso sí, ni se te ocurra acercarte, prefiero que no veas los trozos que quedan de mí.
No sé.
Estoy perdida. Y me gustaría encontrarme antes de que lo hagas tú.
No no, mejor. Me gustaría que me encontrases antes de que lo hiciera yo. Lo demás es secundario.
Lo que sí sé es que me acabo de dar de lleno con tus dudas. ¿Por qué no lo ves?
Ojalá se rompieran. Todas. Tú no. 
La verdad es que yo tampoco sé a que viene todo esto. Mejor olvídalo.
Sí, mejor.
O sea, quiero decir. Lo que he querido decir desde el principio. Lo sé. No me explico. 
Lo sé. No espero que me entiendas. No sé. Simplemente, no te rompas.

julio 02, 2014

y por eso nunca acabo

El camino es nuevo. Está asfaltado y sin, subidas y bajadas.
La gente ya no es igual, ni yo tampoco.
Ahora soy de las que en vez de un hazlo, soy de las de ni se te ocurra. Pero ya sabéis, aquí todo visto desde el retrovisor se ve diferente. Pero porque es así, supongo.
Ahora los paisajes se distorsionan, pero yo lo sigo viendo todo horriblemente maravilloso. Que no sé si soy yo o ya no sólo hay gente sino personas. 
Me da igual.
He vuelto a escribir porque no podría estar más equivocada. De todo. En realidad las cosas no venían rodadas, era yo que estaba cogiendo carrerilla para aproximarme al muro que nunca he conseguido traspasar. Y la hostia ha podido ser buena. Directa a la cara y al corazón.
Al final va a ser verdad eso de que cuando te haces una herida todas las hostias van ahí. Un poco la vida. 
A veces me gusta equivocarme, no lo voy a negar. Y que yo que sé, pero hay errores que volvería cometer más de una vez. Aunque luego ya no me queden tiritas.
Ahora si me tocas ya no corto. Todos mis trozos los he pegado. Creo que no están en el mismo sitio que antes, pero tampoco se ven tan diferentes.
Pues ya ves. El camino es nuevo y yo parece que también. No sé cuánto dura el camino porque no me gusta el tiempo. Y a veces, las cosas duran sólo un segundo, como dicen. Aunque parezca que no, un segundo es suficiente. Creo que sólo nos basta con cerrar los ojos muy fuerte y hacer que no estamos aquí, durante un segundo al menos si me dejan, me vale. No sé, de vez en cuando estaría bien hacerlo.

Y ya está. Nunca se me dieron bien los finales.

mayo 09, 2014

9 . 5.

Llevo tantas entradas y partes malas escritas que se me había olvidado que también hay que escribir las buenas.
Y, como dicen que las palabras se las lleva el viento he decidido escribirlas aquí, para que Cronos ni nadie pueda borrarlo. Para que queden siempre en un papel, o en una mente.
¿Sabéis lo que vale una amiga? Muchos diréis "mucho" o "millones", pero para mí es algo más, algo tan infinito donde las palabras no son suficientes.
Y sí, hoy pienso hablar de la buena amistad, pero no en términos generales, sino de mi mejor amistad.
Mi mejor amiga tiene nombre y apellidos, están tan grabados en mí que podría escribirlos al revés y con los ojos tapados.
Y, a pesar de ser un blog público, he decidido centrarme y contártelo a ti, mejor amiga.
No me he preparado muy bien las cosas que decir, pero tan solo al pensarlas salen solas. Parece como si por un momento mi mente no guiara todas estas palabras y escribiera el corazón.

Lo primero de todo es que gracias por estar ahí, siempre, siempre has estado ahí. Sé que te habré dicho esto mil y una veces, tanto en nuestros antiguos tablones, como en conversaciones, pero sólo quería recordártelo.

A pesar de haber estado más separadas de lo normal estos meses, sé que seguimos unidas. Y puede que todo lo que hemos pasado juntas nos ha hecho unirnos más aún. Y no sólo que lo sepamos nosotras dos, es que se lo hemos demostrado a todo el mundo.
No nos hemos dejado solas ni un instante. Hemos estado apoyándonos allá donde estuviéramos y de una forma u otra hemos mantenido siempre contacto.
Probablemente las cosas que nos contamos o que sabemos la una de la otra no podría decírselas a nadie más. Porque crear una amistad tan fuerte desde la edad temprana de tres años...eso es mucho tiempo, ¿sabes?
Sabemos todo la una de la otra, aunque con el tiempo seguimos sorprendiéndonos y aprendido cada vez más. Y qué haría yo sin ti. Es pregunta. Dime. Porque no lo sé. Me has demostrado que no se necesita mucha gente rodeándote teniendo a una que vale por todos ellos y más.
Llevaba escribiendo poco a poco esta especie de carta y publicarla este día. Tu día. Para que al menos así todo lo que haya pasado hasta hoy se haya difuminado de tu mente (al menos el rato que estás leyendo esto), y se haya hecho un poquito menos malo. Porque que sepas que siempre hemos sabido salir de los mil y un problemas que nos han surgido. Y creo que cada vez lo hacemos con matrícula de honor. Gracias por haber estado conmigo en todo momento, por sacar lecturas positivas aún cuando yo no he podido. Eres el mayor apoyo que puedo tener. Y decirte increíble probablemente se te quede corto.
(Aquí es donde aprovecho a decir que como alguien te haga daño no sabe con quién se las va a tener que ver, me he reído, pero no me lo tengas en cuenta e imagínate el brazo de fuerza del WhatsApp).

Lo bonito es que haya gente que nos diga "sois las únicas que han sabido mantenerse fuertes, sólidas y que han estado siempre juntas", (no con estas palabras, pero el significado es el mismo). Puede que hasta nos hayan cogido manía por mirarnos y reírnos al saber de qué cosa exacta hablamos mediante miradas. O de que decimos frases largas a la vez y en el momento exacto, ni una más adelantada ni más atrasada que la otra, a la vez. Y hasta eso nos acojona.
O de que pensemos lo mismo y queramos decir lo mismo. Cuando hemos sentido esa necesidad de decirnos una palabra muy nuestra recordando algo entre risas y no estábamos juntas, pero sabemos que, lo hemos pensado a la vez y que tú desde una punta y yo de otra en ese momento nos acordamos.
Quizá no sea el valor de una mejor amiga porque es algo mayor, es como una hermana. Coincidir tanto con una persona, tener los mismos intereses y las mismas ideas, pelearnos por cosas sin sentido (aunque no podamos durar más de 3sg estando cabreadas).
Quería decirte que te mereces disfrutar este día tan especial. Pero no solo éste, sino todos los 365 días del año, porque, permíteme decirte, te mereces este y cada uno de los días, y no lo digo solo porque seas mi mejor amiga.

Yo solo sé, que todo el mundo escribe sobre sus amistades, sobre las mil y unas amistades que poseen. Y yo siempre pienso ¡qué sabrán ellos de amistades, si tengo yo una que vale más que ellos juntos!
Los silencios contigo no son silencios, jamás se convirtieron en incómodos y eso es algo que no todo el mundo puede decir.
Quizá nunca me he parado a decirte lo tan importante que eres para mí, excepto cumpleaños, o momentos importantes, pero creo que no hace falta decir las cosas cada día, si demostrándolas se saben solas.

Hoy estoy aquí (creo que deberíamos invitar también a Kevin), no sólo para felicitarte tus diecinueve añazos, sino para decirte que siempre me tendrás apoyándote y contigo, como llevo haciendo cada año. A lo largo de todo este tiempo he perdido y he ganado, pero lo que más me ha importado ha sido lo que he conservado, y a ti, a ti, te he conservado y no hay nada en este mundo más maravilloso que eso.

Hay cosas innecesarias en la vida, aquellas que solo te van a servir para algún momento, pero que una vez habiendo sido útil ya no lo vas a necesitar más. Tú eres más que necesaria. Una mejor amiga no se consigue así como así, y menos como tú.
Dando consejos, o explicándote quizás no seas de las mejores (al igual que yo, que a veces soy un pelín desastrillo), pero qué decir que no hay consejos que me aporten más que los tuyos, de los que más siga, y en los que más confíe.

Siempre estaré ahí para decirte "te lo dije", esas palabras infernales que tanto odias de mí. No te rías, aunque yo ya lo he hecho, (¿o es por lo de Kevin?).
También he venido a decirte que ningún copo de nieve cae nunca en el lugar equivocado. Espero que entiendas, que me alegro de haberte conocido, y de que te hayas quedado.
Nunca voy a encontrar una amiga tan genial que me aporte las risas y el mejor buen estar que me has aportado tú.
Ojalá no olvides nunca esta especie de carta, para que sepas lo importante que eres para tu mejor amiga. Y por si en algún momento, quién sabe dónde, te de por dudar.

Y ahora es el momento de recordarte, como hago siempre, de que no olvides pedir tu deseo al soplar las velas. Que se va a cumplir, te lo digo yo.


Por cierto, tampoco hagas caso de lo suspicaz de un "papel", porque mi carta no expira, está escrita en mi corazón.


PD: Espero que todo esto te haya hecho sonreír.
PD2:  ÁNIMO RETRASADA.


Feliz cumpleaños.
Te quiere, Patricia.
"Estás loca, majareta, chalada, pero te diré una cosa: las mejores personas lo están."

abril 20, 2014

olvida que alguna vez existió la caída


Uno solo sabe caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
y caer,
y cuando cree que no puede caer más,
cae.
Hasta que una mano le pone en pie.
Y le dice que no va a caer más.
Y parece verdad,
porque desde entonces solo sabe tocar el cielo 
estando de puntillas.
Incluso a veces olvida que está el suelo.
No sé si para bien,
o para mal.
Si bueno, 
o malo.
Pero lo quiso así.

no sé hablar del tiempo a medias, pero puede que aquí sí

El tiempo.

Y cómo es el tiempo. El tiempo, que tanto tarda en llegar cuando esperamos, que tanto dura 
cuando desesperamos y que tan rápido pasa cuando más queremos detenerlo.

Te das cuenta que llevas el reloj de tu vida y parado. Está parado, o atrasado. No sé qué le 
pasa. Es quizá por eso que nunca llego a coger bien a tiempo ningún tren. 

Empiezas a ver desde el cristal que todo pasa a la velocidad de la luz, y no sólo hablo de 
marchas. 

Hablo de que sé que aunque el reloj pare, la vida sigue. Pero no sé por qué el reloj me recuerda tanto a un parque de atracciones. 
Quizá porque cada segundo que pasa, gira como una noria. Giramos con él. Quiero decir.

Creo que ya sé pisar sobre mis propios pasos y con la mirada fija, puesta al frente. 
Y no me he caído.
Miento.

Me he dado cuenta que pasamos el tiempo de nuestra vida de reloj mirando al precipicio.
Creo que solo nos tiramos si somos dos. Saltando juntos.

Tardaré más de a saber cuántas entradas intentando hablar de éste. Pero el tiempo nunca es suficiente. Y mejor tarde que nunca.

Pero era por hablar de que también existen los hoy no. Quizás los mañana sean mejor. Pero ojalá no me lo repita cada día.

He probado a poner en hora de vuelta al reloj. Pero que no hace caso. 
Que solo vuelve en hora con tus besos, dice.

marzo 08, 2014

otro puñadito de cosas que nadie debería saber

Hoy. Por millonésima vez, me dio por pensar. De esos días en los que el mundo no tiene que ver contigo, de los que te pones a escuchar música y haces como si el mundo tuviera menos importancia. De esas veces que te da por hacerte las mismas preguntas y empiezas a plantearte un pequeño debate dentro de la cabeza y por más vueltas que le des no consigues sacar mucho en claro.
Pues hoy era uno de esos días. Yo estaba completamente concentrada en una de las preguntas de si las cosas pasan porque tienen que pasar. En si las vidas que una vez se separaron pueden volver a juntarse, a encontrarse nuevamente.
Que si todo esto es casualidad, o causalidad. Si de verdad existe el destino, o sin embargo somos nosotros los que forzamos la marcha. Los que elegimos cada paso y cada lágrima. En si el hoy, es la consecuencia de nuestro pasado y nuestro antecedente al futuro. O si simplemente esto pasa porque sí, y ya.
Nunca supe que creer. A veces me daba por pensar que las cosas ya venían preestablecidas, y otras veces que somos nosotros quieres vamos guiándonos por el camino, quienes decidimos si seguir adelante, si cambiar la dirección o si retroceder en algún momento que hubiésemos dado por perdido.

Hoy, hoy pensaba en si merece la pena ser uno mismo, al cien por cien. Mostrar todo de uno sin barrera alguna, sin máscaras. O si por el contrario merece más la pena crear máscaras para ocultar lo que verdaderamente somos. Puede que nunca haya llegado a estar de acuerdo al cien por cien en algo. Puede siquiera que nunca haya llegado a decidirme claramente por una opción. Pero, permitirme deciros que estoy segurísima de que merece la pena ser uno mismo. Con sus pros y contras. Aunque hayas perdido más que ganado. No hay nada más cómodo que mostrar todo de ti sin temor alguno. Mostrar como eres, a cara descubierta. 

Hoy, pensé en las mil historias que aunque queramos no volver a repetirlas vuelven a ocurrir. Que por mucho que queramos escapar de algo, es cuando más nos toparemos con ello.

Hoy pensé en el pasado, el presente y el futuro.
Me pregunté por todo aquello que una vez quise ser y todo lo que he conseguido ser ahora. Puede que de todo lo que tuve planeado una vez, solo haya sido cumplido una cosa, quizás dos. 
Pensé en que mil cosas que me encantaban antes, han perdido ahora totalmente mi interés. 
Y en que hoy por hoy las cosas no son para nada como pensaba que serían.

Luego me dio por volver a pensar, y echar una vista hacia el futuro. Intentando buscar algo más allá del qué seré, o del qué habré conseguido. Pensaba en si habrá algo que consiga captar mi atención mucho más tiempo del que suele durar la curiosidad. Para explicarlo mejor quiero poner un ejemplo. (Una vez, -en una clase sin importancia- me dijeron que los ejemplos son una de las mejores formas para conseguir comprender todo un concepto. Y que resultará una tontería, pero aquello fue una de las cosas que más recuerdo de mis años en el instituto con completa claridad).
Imagina que compras un sofá. Un sofá nuevo que ofrece comodidad y masajes de lujo. Aquel momento mostrarás la felicidad de haber adquirido algo que sabes que vas a poder disfrutar cuando quieras y eso te hará sentir bien, te llenará de alguna u otra forma. Pero, con el tiempo, comenzarás a acostumbrarte a tal objeto y empezarás a perder la ilusión de probarlo, puesto que lo tendrás como algo común. Es decir, su función empezará a hacerse cada vez más normal para ti y ya no apreciarás tanto al sofá que tanto antes te llamaba la atención. Perder el interés, digo.
Es por tanto que entonces pienso que conseguiré dar con algo que mantenga mi atención siempre, que me llene desde el principio y no deje de sorprenderme día a día.

Hoy pensé en el miedo. El miedo que nos rodea y no nos deja nunca tranquilos. Y creo que no hay peor miedo que el tener miedo a tener miedo. Todo en mí son preguntas y preguntas. Y que nunca encuentro respuesta o soluciones coherentes.
Guardo el miedo de que algún día las grandes palabras pierdan el completo significado que antes tenían. O, como en el ejemplo, que las cosas que tienen valor terminen llenándonos de la misma forma que las cosas que no tienen valor alguno.
A que las cosas ya no sean especiales, a que ya no hayan primeras veces para nada, y ese sentimiento se pierda por completo.

[...]

enero 25, 2014

Querido lector

Allí. Justo allí. Fila trece, sección cuatro, parte baja de la estantería. Ahí estoy yo. Entre otros tantos libros. Justo ahí, ni se me ve. Y normal. Soy de esos libros que nadie lee.

Y qué. Soy un poco libro abierto. Puedes mirarme, antes que verme.
Saber de mí incluso un poquito. Pero qué va. No te creas que antes de abrir siquiera la portada ya sabrás qué pasará conmigo. Qué va. 
Es más. Todo eso no te traerá más que quebraderos de cabeza, o puede que no. Depende de lo que leas, querido lector.
Puedes leerme. Una página, dos, tres, las que quieras, hasta acabar el libro, o hasta dejarlo a la mitad porque ya no puedes leer más. Pero que vuelvas a retomar la lectura.
Que no te digo que te vayas a encontrar ante el mejor libro de todos, pero tampoco creo que sea el peor. Te aseguro que no encontrarás mentiras (si eso alguna mentirijilla  que alguna vez se nos haya escapado) pero no, más verdades. Te lo aseguro.
No esperes estar ante el diario de la tía más popular de todas, porque para nada va a ser así. No te prometo poesías, comedias, o tragedias. Ni la mejor historia de todas. Es más, no prometo que sea entretenida. Quién sabe. A lo mejor querrás salir corriendo. Pero te prometo que encontrarás un poco de todo. Según me de, lector. Porque yo soy un poco así. Según me de.

Léeme, te invito a leerme. Seguramente encuentres mil mundos, unos mejores que otros. Eso seguro. Pero de los que vas a querer quedarte siempre, te lo aseguro.

Puede que no sea de las tapas más duras, o no tenga las hojas más curradas de todos los libros. Pero poseo argumentos, que quizás sea un poquito mejor.
Aunque, solo soy eso, lector, un simple libro. Puedes leerme o dejarlo para leer otro mejor. Sólo sé que leyendo habrás descubierto una cosa nueva.
Y tal vez, a mí.

enero 24, 2014

pero qué pasa aquí.

"¿Y me lo preguntas así? Tranquilamente.Como quien hace un salto en la conversación para encender un cigarrillo, y lo enciende, y después te echa el humo en la cara y te lo suelta."

qué importa el tiempo que pase, me importa lo que pase en ese tiempo

Las cosas demasiado fáciles siempre me dieron que pensar. Qué merecen si ni siquiera te ha costado un poquito de esfuerzo conseguirlo. Cómo vas a valorarlo, si no has dado nada por ello. Es algo que viene, y ya. Y de qué sirve. 
Lo que fácil viene, fácil se va. Y razón no le falta.
Siempre fue mejor conseguir algo, con esfuerzo, para disfrutarlo luego más. Porque cuando algo que has ganado con tu propio esfuerzo, eso, eso ya es otra historia. Y qué más da el tiempo que gastemos en lograrlo. Como si nos tiramos la vida. Nos tiraremos la vida, pero al menos buscando algo que de verdad nos ha valido la pena. Porque tener algo por tener, para qué. De qué sirve. Qué emoción tiene eso. Ninguna. Digo yo. Y seguramente que tú, también.
Y el tiempo. Menudo es el tiempo. Y qué rebelde. Nos promete darnos los mejores momentos. Nuestras mejores horas. Pero para qué, si luego se marcha. Se marcha, y no viene. Que ya volverá, dice. Y a saber.
Solo os digo que nunca le hagáis caso al tiempo. Es un mentiroso. Y no me digáis que no. Que no dura lo mismo una hora con alguien especial que una hora sin esa persona. Y  no solo eso, mil cosas más. Un mentiroso y un temerario. Porque siempre nos llevo a hacer las cosas a última hora. La última hora. Fíjate tú. Y por qué la llamamos última hora, si luego vendrán más. 
También nos hace creer que el tiempo corre, cuando no. Se para. Se para justo cuando estás en un momento de tensión, de nervios, de espera. Y que no quiere avanzar, dice. ¡Será traidor!
Yo solo os digo que nunca, nunca, os fiéis de él. Que a primera impresión, parece marcar solo unos cuantos tic tacs. Pero no, también te roba a ti. Y bueno, ojalá nunca sepáis lo que quiero decir.
Entonces creo que hay cosas demasiado fáciles como para tomárnoslas demasiado en serio. Que luego nos quejaremos, pero es así. Y que el tiempo a veces ayuda, y otras no. Que no siempre va de nuestra mano, vaya. Yo creo que el tiempo es un poco nuestro hermano mayor. Aprenderemos de él, pero siempre nos acabaremos tirando de los pelos por cualquier tontería. 
Así que no sé sinceramente qué quiero deciros con todo esto. Y me da igual. Sólo sé que mis manos se han empeñado a escribirlo y no paran. Normal. No paran. Siempre se les dio mejor hablar ellas. Que yo. Digo. Que mis palabras dichas. Quiero decir.
Si la vida tuviese activado el contestador automático yo creo que muchos mensajes tratarían un poco el tiempo. Y no me digáis por qué. Lo sé. Qué no trata el tiempo, esa es la pregunta. O el intento de pregunta, vamos. Porque yo creo que a veces la vida nos ignora. Un poquito.
Anda que no la habremos dejado mensajes, y ninguno nos lo ha contestado. Anda que no hemos llamado y no nos lo ha cogido. Que a lo mejor está cabreada. Qué sé yo. A lo mejor es tarde. Nunca es tarde. O siempre es tarde para todo, pero nos quieren hacer creer que no, que mejor así, de simple, y ya está. 

Lo simple aburre. -Corrijo- A veces. Otras veces simplemente puede parecerte lo más maravilloso del mundo. ¿Qué buscas? Algo simple, muy simple. Si es que no nos aclaramos. Cómo no va a estar la vida harta de nosotros. Cómo no.
Pero realmente, por mucho decir que nos parece mejor lo difícil, siempre caemos en algo fácil.
Y que quiero decir. Que supongo que empezaremos a perseguir nuestros sueños el día que nuestro sofá deje de ser cómodo.

Creo que si tuviéramos menos tiempo empezaríamos a organizarnos mejor las cosas, a tomarnos la vida más en serio y a hacer aquello que realmente queremos hacer, sin rodeos. Sin perder el tiempo. Y que no nos damos cuenta que es valiosísimo. Y lo gastamos como si nada. Como si luego fuese a volver. Y no. El tiempo, si fuese una persona, sería de esas que vienen, te desordenan y se van. Literalmente, y no tan literal. Se van. Y no vuelven. Ni siquiera se girarían para decirte adiós. Simplemente se irían, y que te vaya bien.

Si cada minuto fuera dinero, os aseguro que no estaríamos aquí, o allí, haciendo lo que estamos haciendo. Estaríamos constantemente pendientes de él. Y tampoco es eso. 
Esto no consiste ni en obsesionarte con el tiempo, ni en regalarlo así como así. Consiste en saber invertirlo. En no dar más a quien merece menos, y dar más a quien no tiene casi apenas tiempo ni para ellos mismos. 


Qué fácil pueden ser las cosas y cuánto nos complicamos. Y que mejor así. Complicado, digo.
Los laberintos mentales siempre fueron bonitos, al menos acompañados de alguien que los recorra. 
Y, que, las cosas no valen por el tiempo que duren, sino por lo mucho que marquen. Y no sé si con esto me he explicado.

enero 23, 2014

Él era más de volar,
ella de no ahogarse.

Él era más de gritar,
y ella de ahogarlo todo
en un suspiro.

Él era más de correr,
ella de no caerse.

Él era de subir,
ella de tirarse al vacío, 
porque era vacío.
O porque esperaba que
él estuviera evitando la 
caída.

enero 16, 2014

ctr

Hace algún tiempo me contaron que existen unas cuantas leyes en la vida, concretamente me hablaron de cuatro leyes importantes.
La primera ley trataba que "las personas que llegan a tu vida son las correctas" o "la persona que llega es la correcta". Es decir, que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, que todas las que nos rodean, interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender, y, avanzar en cada situación.
La segunda ley “lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”. 
Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: “si hubiera hecho tal cosa hubiera sucedido tal otra…”. No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo. 
La tercera ley “cualquier momento que comience es el momento correcto”. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará. 
La cuarta y última ley decía algo como “cuando algo termina, termina”. Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia. 

Probablemente no sea casualidad que estéis leyendo esto, puede que si este texto llegó a nuestras vidas hoy; es porque estamos preparados para entender que ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado. O yo qué sé.
"El fracaso es tu único enemigo." No estoy de acuerdo con esa afirmación, el fracaso es parte de nosotros, demuestra que fuimos valientes para intentarlo, y a la vez es didáctico. De todos los errores hay que sacar algo positivo. 
 Avanzar no es otra cosa que intentar algo, fracasar una o varias veces, aprender, sacar conclusiones y volverlo a intentar hasta lograrlo.  Muchos fracasos te acompañarán a lo largo de la vida, no lo hagas tu enemigo, no dejes que sea un motivo para rendirte, sino algo necesario por lo que todo pasamos para llegar allí donde queremos.

enero 11, 2014

mi teoría de todo

Vengo a confesar que he dado mil vueltas por el blog intentando escribir algo que me llamase la atención, encontrar esa chispa (como se suele decir) que me haga que las palabras salgan rodadas.
Y bueno, entonces me vino a la cabeza que hace menos de media hora estaba en la calle dando una de esas vueltas que no acaban nunca y que siempre te sientan bien para despejarte.
Pienso que todos deberíamos tener un rinconcito muy nuestro que nos hiciera acudir a él siempre que nos encontramos un poco bajos de ánimo. -Corrijo-, creo que todos tenemos un rinconcito muy nuestro al que acudimos siempre que nuestro estado de ánimo está por los suelos.
Probablemente el mejor lugar que exista sea nuestra habitación. El sitio de "ya va a encerrarse a su habitación" que pasa a ser para nosotros algo como "ya voy a liberarme en mi habitación". Y qué ironía.
Supongo que algo en nuestra vida a veces da parones y nos pide anuncios para descansar y volver a retomar las buenas historias. Y de ahí esos constantes vacíos y frenos de mano en la vida. Que yo qué sé.
Entonces pensé en que las palabras hoy en día son baratas. Quiero decir: podemos decir cualquier cosa, buena o mala, ¿por qué? ¡son gratis! Y si no lo fuera supongo que la gente no iría por ahí diciendo las cosas sin pensar. Dejarían de lanzar palabras que hoy en día se pronuncian muy fácilmente, se guardarían para ellos las chorradas y no actuarían como si estuvieran en la planta de rebajas. Y que probablemente sea la mayor chorrada de todas, pero es verdad, actuamos así, como si las palabras no importasen: nada.
Tampoco tenía pensado hablar de las cosas que deberíamos hacer porque si lo supiera os aseguro que no estaría escribiendo esta entrada. Pero sí de un poco mi teoría. Mi teoría de todo.
A veces pienso que esta vida está pre-establecida. Como si cada uno de nosotros tuviéramos un papel concreto y tuviésemos que cumplirlo a rajatabla. El problema es que ninguno (o casi ninguno) de nosotros tiene idea de qué debe hacer. Yo creo que el papel de mis instrucciones lo quemé porque me aburría y no sabía como salir de ahí. Siempre me gustó un poco más la aventura y las sorpresas, aunque tampoco tanto.
Me gustó pensar eso de que las cosas sucedían por algo, -o por alguien-, ¡qué se yo!
A veces mi teoría de todo es que nada dura para siempre. Sí emocionalmente, pero no de la manera que nosotros queremos y eso es terrible.
Otras veces no tengo teoría porque todo me parece demasiado trágico. Aunque supongo que eso tampoco es para tanto. Solo sé -y puede que sea parte de mi teoría- que algo hacemos mal. Nos estamos volviendo unos completos idiotas, todos. ¡Desde cuándo una sonrisa dependía de una última conexión! O yo que sé, por cualquier cosa. Antes éramos más fuertes mentalmente, antes sabíamos controlar un poquito mejor las emociones (creo yo). Ahora lo único que sabemos hacer es quejarnos por cualquier cosa. Depender de un estado de twitter o de facebook.
Suelo pensar negativamente para luego no chocar demasiado con la realidad, pero supongo que a veces necesitamos días realmente malos para darnos cuenta de lo bonitos que son los demás días en la vida. Esta vida. Y quizás eso sea lo único importante.



diciembre 31, 2013

cuenta atrás

Aún recuerdo cuando empecé el 2013, dando el primer paso confuso y felicitando el año nuevo. Aunque he de decir que el 2013 no me daba buena espina, tampoco fue tan horrible como pensaba, pero poco a poco las cosas cambiaban.
Y qué, parece que fue ayer cuando empezaba segundo de bachillerato, con su temida palabra "Selectividad" que no parábamos de escuchar. Y después de tantos agobios, malas rachas y momentos de nervios aquí estamos. Alguna vez llegamos a pensar que no podríamos con nada, que las cosas se nos venían muy encima, y que nos ahogábamos en muchas situaciones, pero a pesar de todo, seguimos, y ahora, dándole paso a un nuevo año.
La verdad que a última hora todo ha empezado a dar un pequeñito giro, a mejor. Y no sé, podría seguir girando hasta ir todo rodado, que al menos haya algún año que rebosen las alegrías y no las lloreras.
Normalmente la gente suele dirigirse a personas, de una en una, pero yo no lo veo necesario, supongo que cada uno se expresa como quiere y yo no necesito nombrar nada para saber que aún hay gente que me sorprende. Que mantengo lo que fue bueno, desde siempre, y que descubro lo que siempre estuvo y no sabía. También que pierdo lo que pensaba que tendría ahí, para qué voy a negarlo. Pero cada día nos hacemos un poquito mayores, y cada persona tendrá su razón de venir, o de irse. 
Siempre pensé que mi libro estaba mal estructurado, que las páginas venían mal colocadas y que habían partes que eran mejor no vivir, y puede que hasta tuviera algún que otro tachón, pero ahora creo que puede que sea porque simplemente no sabía qué quería, siempre me venían las confusiones en los últimos momentos.
Pensé en escribir sobre las más de mil cosas que quiero proponerme para el 2014, pero sé que no llegaría a cumplir ni la mitad, así que, prefiero pensar que, intentaré disfrutar lo que no pude en 2013, y si no, supongo que vendrán más años, aunque en que el esté viviendo quiera salir corriendo.
Eso es todo.
Feliz año nuevo a todos, espero que se cumplan todos vuestros sueños y metas en la próxima etapa. Que encontremos aquello que una vez buscamos, y que si perdemos algo, que sea lo malo que intentaba destruirnos poco a poco.
Nunca perdáis aquello que siempre fue esencial, no intentéis quedaros con ello y guardarlo como si fuera completamente vuestro, porque llegará el día que eso que fue esencial, deje de ser lo que fue antes para vosotros. 
PD: No cambiéis nunca por nadie, ni por nada en el mundo que no sea porque queráis vosotros.



Feliz año nuevo: 

Suspiros.

diciembre 28, 2013

"vienes, lo desordenas todo y te vas"




A medida que pasa el tiempo me voy dando más cuenta.
Soy, o somos, un caos con patas. Tan sólo eso. Así somos. ¿Qué por qué?
Porque nada completo puede ir bien. Y así es. Cuando un aspecto de nuestra vida empieza a ir bien, otro empieza a ir desastrosamente mal. ¿El problema? No sabemos como pararlo.
Cuando pensamos que ya lo tenemos todo controlado, empezamos a darnos cuenta que ni hemos empezado a tenerlo entre nuestras manos como para solucionarlo.
Caos porque "este puto lío en mi cabeza que no sé ni por dónde empieza ni por dónde acaba" era demasiado largo. Más que nada, no tenemos cabeza, tenemos laberintos, pero sonaba más bonito así. Y cuidado si alguien intenta introducirse dentro de ella, ya no va a saber salir. Así que, me dirijo a ti, seas quien seas, si alguna vez entras en la cabeza de alguien como nosotros, o como tú, cuidado, no te pierdas.
Nunca supimos manejar bien una situación, supimos manejarla, sí, pero jodidamente mal. Pero siempre teníamos esa sonrisa traviesa para terminar de rematar la metedura de pata. (Intenta sacarla ahora y como puedas, si es que puedes). Y nada más, desconocido.
Solo espero que no te topes con alguien así. No sea que te conviertan en más caos. 
O, al menos traza un plano antes de entrar, para que luego sepas volver a salir. 


diciembre 22, 2013

Qué poquito queda aquí

No recuerdo muy bien cómo he llegado hasta aquí, pero sé que llevo unos veinticinco minutos frente a la entrada con la intención de escribir algo, pretendía hacer algo que dejase sin palabras, aunque la que está sin ellas ahora soy yo. (Igual es que tienen miedo a salir por si se vuelven a topar contigo, que se encuentren con tus ojos, y luego me hablen de nostalgia).

diciembre 21, 2013

He vuelto, 
pero no me fui.
Volví para ver
si aún estabas,
pero nunca estuviste,
y yo nunca volví.

Volver no existe,
te quedas,
o te vas,
y yo escogí,
perdernos.

siete días para darte cuenta de que nada ha servido para nada

han pasado algo así como siete días 
siete días desde que dije que no volvería a cometer la misma estupidez de siempre,
de decir que ya nada duele,
ya no duele,
menuda tontería.
siete días intentando buscar la mejor manera 
de hacer que nada importa,
siete días,
y qué,


podría hacer un resumen pero en realidad he estado
yéndome todo el tiempo,
nunca he vuelto,
tampoco nunca me fui del todo.


y que menuda ironía que por más que me claves
por la espalda, sigo encontrando trozos de
'mañana quizá todo se arregle' y no
daño.


que no preguntes, porque tampoco sé,
nunca supe.
luego lo intento y rompo a 
llorar.


Dijeron que ella siempre dejaba el corazón por el suelo. Caía olvidado, o lo tiraba directamente porque siempre fue de llevarlo en mano y que se lo rechazasen.
Que era de las que tiraban el corazón con fuerza y sin pensarlo, que le daba igual que fuera suyo, luego echaría a correr como si nada hubiera pasado. 
Una vez dijeron que corría pero nunca avanzaba, y que volaba aún sin tener alas. Ella nunca las necesitaba. Sabía que nunca podrían cortarle unas alas que nunca había tenido. 
Dicen que una vez se le cayeron un par de sonrisas que tenía guardadas en los bolsillos, de repuesto. Y que nunca estaba quieta esperando a ver la vida, sólo pasaba por debajo.
También decían que cada paso que daba era nada, que no le costaba andar mucho, lo que le costaba era dejar de hacerlo.
Yo creo que ella no era por ser, y que no andaba por andar. Yo creo que tiraba el corazón sólo para ver que ya nada duele más, y por perderse ella y no otro.


Había escrito una entrada. La borré. Había escrito una larguísima entrada y a mitad voy y me da por borrarlo todo, de un tirón. Sin guardar nada. Y no sé por qué. Supongo que nuestra vida a veces nos da esos parones de "no sé por qué lo estoy haciendo pero sé que debo hacerlo". Empecé a escribir sobre una frase que leí hace ya un tiempo, pero aún la recuerdo un poco. Decía algo así como que vives y eres capaz de dar la vida por alguien, y ese alguien resulta que daría su vida, pero por alguien que no eres tú. Preferí no comentar esta gran mierda. Puesto que todos necesitamos ser correspondidos. Pero supongo que es normal y que la vida es un poco así. No hablo por mí. Hablo por.
Una vez me dijeron ¿por qué nos da por querer a quién no nos quiere? nunca supe qué responder porque sabía que esa pregunta tenía una razón aterradora. Así que no respondí. Pero siempre estuve dándole vueltas. Parece que el ser humano está hecho para llegar a querer a alguien mucho y que ese alguien ni siquiera te dirija la palabra, pero lo vemos desde el lado dramático y no desde el lado en el que somos nosotros aquellos que queremos a otra persona distinta de la que nos quiere a nosotros.
Esa frase es muy arriesgada, puesto que dar la vida por alguien que no te quiere sería algo muy estúpido. 
Yo no daría la vida por alguien así como así. Y es más, me gustaría pensar que aquellas personas (que son poquísimas) por las que realmente daría la vida también la dieran por mí. Aunque, sinceramente me daría igual. Cuando entregas tu vida de tal manera por alguien, las consecuencias te dan igual. Puede sonar contradictorio, pero el amor, es un poco así.
Y no me refiero a querer de "te quiero tanto que pondré tu foto en mi fondo de pantalla". Me refiero a querer de algo más que querer, de necesitar y ser imprescindible. Y no tiene por qué estar relacionado con el amor.
Entonces supe que había hecho un poquito bien en borrarlo todo, puesto que nunca había llegado a ninguna conclusión exacta, sin poner un pero, o un quizás.
Supongo que en la vida, hay cosas que no tienen respuesta. ¿Por qué nos da por querer a quién no nos quiere? Porque somos humanos, y cometemos estupideces. Cuando una persona quiere, le da igual hasta qué punto puede llegar con tal de hacer lo que sea por esa persona. Entregar la vida, es mucho más. Y yo, espero no llegar nunca a tal punto.





diciembre 14, 2013

soy a ratos

Que no sabría que decirte de mí, 
salvo que soy una chica despistada. 
Pero tengo una ventaja, 
sé volar.
Sabía que mi yo es más rápida, 
y que puede que no se equivoque 
tanto.

diciembre 05, 2013

Qué formas más bonitas tenemos de hacer las cosas mal.
Somos personas que fingen oír llamadas para intentar escapar un poco del agobio.
Somos personas que eligen las fotos en las que no salimos tan mal.
Somos personas que intentamos tirar por lo nuestro y puede que a veces nos haga un pelín egoístas.
Somos esas personas que cogen los folletos que reparten en la calle porque no sabemos decir que no, y luego, lo pasamos mal mientras intentamos tirarlos sin que se den cuenta.
Somos esas personas que intentan colocarle un poco los platos al camarero de un restaurante, aunque luego acabamos colocándoles los cubiertos mal.
Somos esas personas que sostenemos la puerta a la persona de atrás y luego esa persona deja la puerta cerrarse en las narices del siguiente.
Somos esas personas que escuchamos a la gente para que luego no se sientan mal y luego ni nos enteramos de lo que dicen.
Somos esas personas que llevan la mirada al suelo con el miedo de cruzarse con la mirada de alguien que busca otra persona.
Somos esas personas que a veces cortan a otras mientras estaban hablando para que no se nos olvide lo que íbamos a decir.

En el fondo, no somos tan diferentes.

diciembre 04, 2013

Había una vez algo muy curioso, que no tenía ni pies, ni cabeza

Había una vez una chica curiosa, muy curiosa.
La chica, que se encontraba tumbada junto a su hermana sobre una gran explanada llena de flores cada vez parecía estar más aburrida.
Cuando, de pronto, pasó corriendo junto a ella un conejo blanco de ojos rosados. Parecía que tenía prisa.
La curiosísima chica fue tras él, sin darse cuenta que, a los pies de un árbol había una gran madriguera. Aquella chica cayó en aquel enorme agujero en busca de aquel conejo blanco.
O el pozo era de veras muy profundo o el descenso era muy lento; lo cierto es que mientras bajaba, aquella chica tuvo tiempo de mirar a su alrededor y preguntarse qué iría a pasar después.


Probablemente no encontrara forma mejor de empezar una entrada que así. Seguramente sepáis de qué estoy hablando. Pues, la siguiente historia ni tiene un conejo que porta un reloj y marcha a toda prisa, ni una reina malvada de corazones, ni un amable sombrerero loco, ni siquiera en esta historia la chica conoce a un gato mágico.

Érase una vez, una chica curiosa, muy curiosa. Tan curiosa que una vez, o varias veces cayó a un pequeño pozo sin saber por qué.
O el pozo era de veras muy profundo o el descenso era muy lento. Lo cierto, es que aquella chica, mientras descendía aquel pozo tuvo tiempo de mirar a su alrededor y preguntarse qué iría a pasar después. Hasta eso, le pareció lo más normal del mundo.
Aquella curiosísima chica una vez pensó que no volvería a conseguir salir de allí, puesto que, no veía la manera de volver a subir. Y no sabía si había caído muy abajo, o había caído mientras el tiempo se paraba, de tal manera que nunca llegase tal caída.
Cuando la curiosa chica descendió por completo, pudo contemplar que todo era diferente, que el mundo había dado un giro completo y que las cosas no eran lo que parecían ser. Miró hacia arriba, pero no consiguió distinguir nada, estaba todo muy oscuro. Por un momento le pareció encontrar algo, una persona, estaba casi pisándole los talones, pero, cuando quiso darse cuenta, aquella persona desapareció, así como así. De un toque, se evaporó. Se fue. Sin más.
Quizá en aquel momento aquella curiosísima chica supo que no podía explicarse a ella misma porque ella no era ella.
Aquel mundo era completamente diferente a lo que había experimentado antes. Y eso la extrañaba más, y la hacía hacer una chica, curiosa, muy curiosa, curiosísima.

Tampoco pensó en volver. Supo que había caído y que debía observar todo lo que tenía a su alrededor. 
A medida que avanzaba todo lo que estaba cerca de ella cambiaba de dimensión, de tal manera que aquella chica pudo ver cómo después de agrandarse, poco a poco empezó a empequeñecerse.
Todo resultaba grande para ella. Las cosas se le hacían enormes a la diminuta chica curiosa. 
A medida que avanzaba empezaba a encontrarse pequeños laberintos que, no sabía afrontar, pero acababa afrontando. Nada era lo que parecía. ¡Y qué curioso le parecía a la pequeña y diminuta joven!
Hubo un momento que aquella chica pensaba que estaba soñando. O que alguien estaba soñando y ella podía sentirlo. Pensó en que si todo aquello era un sueño, al día siguiente despertaría con ganas de cambiar el mundo. Pero pensó que incluso allí el mundo estaba demasiado cambiado. Una pequeña voz le dijo: están soñando contigo. Y si dejasen de soñar contigo, ¿dónde crees que estarías ahora?  Aquella chica nunca supo que responder, pero respondió con fugacidad: Estaría aquí, donde estoy ahora, naturalmente. 
Supo que no era cierto, de ningún modo, ella no estaría en ninguna parte porque ella era solamente una especie de idea en aquel sueño.
También supo que no podía ver a nadie, desde muy lejos.
Nunca se preguntó por qué, lo supo.
Recorrió aquel lugar mil veces, casi se lo supo de memoria, pero justo cuando creía conocerlo, el lugar cambiaba por completo. 
Eso la tenía más que intrigada. ¡Será curioso! ¡Cómo algo que parecía tan simple ha acabado tan lleno de direcciones que o no llevaban a ningún lado, o llevaban al mismo sitio! direcciones entrelazadas, liosas unas con otras, de tal manera que no sabía cuál era cuál.
Pasó el tiempo muy deprisa o muy despacio, pero aquella chica empezó a acostumbrarse al cambiante lugar.  Nunca supo qué podría encontrarse al día siguiente. Pero sí supo lo que no.
A su lado, mil cosas que no sabía qué hacían ahí, (tampoco intentó buscarle una lógica), en su cabeza, mil mundos.
Puede que la chica llegase a deshora y por eso a su corazón no le dio tiempo a costumbrarse. Pero poco a poco, empezó a ver que no sólo era el corazón el que tenía que acostumbrarse, sino ella misma.
Quizá entonces, fue ahí, cuando empezó a mirar las cosas tal cual eran, no según parecían. Todo le parecía que estaba patas arriba, pero si intentaba colocarlo, las cosas volvían a cambiar de lugar, y si intentaba recolocarlo, las cosas volvían a su sitio, y acababan descolocándose. 
Por un momento aquella joven pensó que alguien dentro de aquel mismo lugar le cambiaba las cosas de sitio cuando no prestaba atención. Pero la chica curiosa siempre prestaba atención. Es más, miraba una y otra vez lo mismo, para ver si algo nuevo sucedía.
Intentó trazar un mapa que reorganizase las zonas que había explorado muy detalladamente, y sus continuos cambios, junto con las que no había visitado aún. Siempre aparecía algo nuevo cuando menos lo esperaba, y eso la impacientaba y la intrigaba, más, más.

Sintió que aquel lugar lo había visitado más de una vez. Y que no estaba allí por casualidad. Pensó en que si volvía al sitio en el que estaba antes de caer al vacío, volvería al lugar extraño y maravilloso dentro de aquel agujero.
No sólo pensó eso. También se hizo una idea de poder entender todo al regresar, a casa, a su sitio. Pero sólo podría entenderlo si terminase de observar todos y cada uno de los rincones que cubrían aquel sitio. 
Más que curioso. Pero si no podía. Cada vez que pensaba que lo sabía todo, era cuanto más se alejaba de terminar de contemplar. Era difícil. Pero nunca pensó en dejar las cosas como estaban. Sólo tenía ganas de perseguir lo que le había hecho caer.

Tras varios intentos, le pareció ver algo más, le pareció ver que había algo que no le había dejado sola ni un sólo segundo de aquel parado tiempo. No sabía si era un objeto, un animal o una persona. Pero sentía que no estaba sola. Quizá por eso nunca sintió miedo de caer al vacío y encontrarse un montón de cosas disparatadas, desmoronadas y cambiantes.
Cuando intentó acercarse más, encontró frente a ella una enorme tela blanca con rebordes dorados. La chica levantó la tela y observó un viejo espejo. Le pareció lo más normal del mundo encontrarse un espejo en un lugar que había observado muchas veces y aún más cuando vio que sostenía algo entre sus manos. 
Más que curioso. Si antes no portaba nada en aquellas manos. No le hizo retroceder.
Sabía que era ella. Que su compañía era ella. Que ella le había arrastrado a caer en el profundo agujero. 
Pensó y pensó en que si ella había caído, ella sabría salir de ahí. 
La diminuta chica no comprendió cómo había conseguido ella misma llevarse hacia algo sin saberlo. 
Probablemente fuera porque en aquel lugar nada tenía sentido. Tampoco tenía sentido que aquella chica portase en sus manos un libro, sin dibujos, con un montón de páginas en blanco, podría decirse que vacío completamente.  De qué sirve un libro vacío, si no tiene nada que contar. Vacío, excepto el final. 
Entonces fue ahí, justo ahí, cuando aquella chica curiosa, muy curiosa, se dio cuenta de que aquel lugar, era su interior. 





diciembre 01, 2013

aunque la mariposa recordará por siempre que fue gusano

Que ya sé que no sé nada de la vida. Pero sé que ya no es necesario que lea la vida entre-líneas, ni que me tape los ojos, que ya no es necesario que me cubra con las mil corazas que luego han acabado rotas y hechas pedazos por el suelo. 
Sé que si me rompo, me romperé. Yo. Pero supongo que esa es la única manera más bonita de romperse. A cara descubierta. Con el pecho abierto pared a pared.
Que no sé si me entiendes. 
No puedo perder mis ganas de confiar, ni de sonreír. No puedo perder las ganas por nada. Porque todo esto va así. 
Golpes, habrán muchos, a lo largo de nuestra vida, a lo largo de mi vida. Pero qué más da. Al fin y al cabo siempre, siempre podré escribir sobre ellos. Porque sinceramente, no se necesita un día gris y lluvioso para hablar sobre un amargo día, ni siquiera un pasado terrible. No sé si me entiendes.
Como por ejemplo, ahora, que escribo frente a la ventana, hace un sol precioso, pero un frío que duele (y que lo puedo notar incluso teniendo las ventanas cerradas) y bueno, escuchando Bruno Mars de fondo.
Que no sé escribir según qué cosas, sabes que empiezo con una manera y acabo de otra, que cambio hasta los tiempos verbales y que (quizá alguna que otra vez) me haya ido por otras ramas.
Pero sabes (o eso quiero creer) que aunque no esté todo en orden sabes que soy yo. Que son mis cosas internas, o qué sé yo cómo llamar a eso. Tampoco sé escribir sobre ellas. Pero que son yo. Yo.
Me he encontrado arrinconada, allí, justamente allí. Al final tuve que llamarme con voz dulce y tenderme la mano para ayudarme a salir, yo sola.
Creo que tras varios intentos fallidos al final logré cogerme la mano y salir de allí aún con un temblor que me recorría entera.
Supongo que no nacemos con mitades perdidas, que no estamos incompletos y que no necesitamos deber a nadie que nos rescaten de precipicios. Que somos nosotros solos. Aunque también puedo equivocarme. 
Nosotros somos nuestros propios villanos, nuestras propias damiselas en apuros buscando salvación.
Que ya es hora de que cojamos nuestra capa y salgamos. No sé.