diciembre 31, 2013

cuenta atrás

Aún recuerdo cuando empecé el 2013, dando el primer paso confuso y felicitando el año nuevo. Aunque he de decir que el 2013 no me daba buena espina, tampoco fue tan horrible como pensaba, pero poco a poco las cosas cambiaban.
Y qué, parece que fue ayer cuando empezaba segundo de bachillerato, con su temida palabra "Selectividad" que no parábamos de escuchar. Y después de tantos agobios, malas rachas y momentos de nervios aquí estamos. Alguna vez llegamos a pensar que no podríamos con nada, que las cosas se nos venían muy encima, y que nos ahogábamos en muchas situaciones, pero a pesar de todo, seguimos, y ahora, dándole paso a un nuevo año.
La verdad que a última hora todo ha empezado a dar un pequeñito giro, a mejor. Y no sé, podría seguir girando hasta ir todo rodado, que al menos haya algún año que rebosen las alegrías y no las lloreras.
Normalmente la gente suele dirigirse a personas, de una en una, pero yo no lo veo necesario, supongo que cada uno se expresa como quiere y yo no necesito nombrar nada para saber que aún hay gente que me sorprende. Que mantengo lo que fue bueno, desde siempre, y que descubro lo que siempre estuvo y no sabía. También que pierdo lo que pensaba que tendría ahí, para qué voy a negarlo. Pero cada día nos hacemos un poquito mayores, y cada persona tendrá su razón de venir, o de irse. 
Siempre pensé que mi libro estaba mal estructurado, que las páginas venían mal colocadas y que habían partes que eran mejor no vivir, y puede que hasta tuviera algún que otro tachón, pero ahora creo que puede que sea porque simplemente no sabía qué quería, siempre me venían las confusiones en los últimos momentos.
Pensé en escribir sobre las más de mil cosas que quiero proponerme para el 2014, pero sé que no llegaría a cumplir ni la mitad, así que, prefiero pensar que, intentaré disfrutar lo que no pude en 2013, y si no, supongo que vendrán más años, aunque en que el esté viviendo quiera salir corriendo.
Eso es todo.
Feliz año nuevo a todos, espero que se cumplan todos vuestros sueños y metas en la próxima etapa. Que encontremos aquello que una vez buscamos, y que si perdemos algo, que sea lo malo que intentaba destruirnos poco a poco.
Nunca perdáis aquello que siempre fue esencial, no intentéis quedaros con ello y guardarlo como si fuera completamente vuestro, porque llegará el día que eso que fue esencial, deje de ser lo que fue antes para vosotros. 
PD: No cambiéis nunca por nadie, ni por nada en el mundo que no sea porque queráis vosotros.



Feliz año nuevo: 

Suspiros.

diciembre 28, 2013

"vienes, lo desordenas todo y te vas"




A medida que pasa el tiempo me voy dando más cuenta.
Soy, o somos, un caos con patas. Tan sólo eso. Así somos. ¿Qué por qué?
Porque nada completo puede ir bien. Y así es. Cuando un aspecto de nuestra vida empieza a ir bien, otro empieza a ir desastrosamente mal. ¿El problema? No sabemos como pararlo.
Cuando pensamos que ya lo tenemos todo controlado, empezamos a darnos cuenta que ni hemos empezado a tenerlo entre nuestras manos como para solucionarlo.
Caos porque "este puto lío en mi cabeza que no sé ni por dónde empieza ni por dónde acaba" era demasiado largo. Más que nada, no tenemos cabeza, tenemos laberintos, pero sonaba más bonito así. Y cuidado si alguien intenta introducirse dentro de ella, ya no va a saber salir. Así que, me dirijo a ti, seas quien seas, si alguna vez entras en la cabeza de alguien como nosotros, o como tú, cuidado, no te pierdas.
Nunca supimos manejar bien una situación, supimos manejarla, sí, pero jodidamente mal. Pero siempre teníamos esa sonrisa traviesa para terminar de rematar la metedura de pata. (Intenta sacarla ahora y como puedas, si es que puedes). Y nada más, desconocido.
Solo espero que no te topes con alguien así. No sea que te conviertan en más caos. 
O, al menos traza un plano antes de entrar, para que luego sepas volver a salir. 


diciembre 22, 2013

Qué poquito queda aquí

No recuerdo muy bien cómo he llegado hasta aquí, pero sé que llevo unos veinticinco minutos frente a la entrada con la intención de escribir algo, pretendía hacer algo que dejase sin palabras, aunque la que está sin ellas ahora soy yo. (Igual es que tienen miedo a salir por si se vuelven a topar contigo, que se encuentren con tus ojos, y luego me hablen de nostalgia).

diciembre 21, 2013

He vuelto, 
pero no me fui.
Volví para ver
si aún estabas,
pero nunca estuviste,
y yo nunca volví.

Volver no existe,
te quedas,
o te vas,
y yo escogí,
perdernos.

siete días para darte cuenta de que nada ha servido para nada

han pasado algo así como siete días 
siete días desde que dije que no volvería a cometer la misma estupidez de siempre,
de decir que ya nada duele,
ya no duele,
menuda tontería.
siete días intentando buscar la mejor manera 
de hacer que nada importa,
siete días,
y qué,


podría hacer un resumen pero en realidad he estado
yéndome todo el tiempo,
nunca he vuelto,
tampoco nunca me fui del todo.


y que menuda ironía que por más que me claves
por la espalda, sigo encontrando trozos de
'mañana quizá todo se arregle' y no
daño.


que no preguntes, porque tampoco sé,
nunca supe.
luego lo intento y rompo a 
llorar.


Dijeron que ella siempre dejaba el corazón por el suelo. Caía olvidado, o lo tiraba directamente porque siempre fue de llevarlo en mano y que se lo rechazasen.
Que era de las que tiraban el corazón con fuerza y sin pensarlo, que le daba igual que fuera suyo, luego echaría a correr como si nada hubiera pasado. 
Una vez dijeron que corría pero nunca avanzaba, y que volaba aún sin tener alas. Ella nunca las necesitaba. Sabía que nunca podrían cortarle unas alas que nunca había tenido. 
Dicen que una vez se le cayeron un par de sonrisas que tenía guardadas en los bolsillos, de repuesto. Y que nunca estaba quieta esperando a ver la vida, sólo pasaba por debajo.
También decían que cada paso que daba era nada, que no le costaba andar mucho, lo que le costaba era dejar de hacerlo.
Yo creo que ella no era por ser, y que no andaba por andar. Yo creo que tiraba el corazón sólo para ver que ya nada duele más, y por perderse ella y no otro.


Había escrito una entrada. La borré. Había escrito una larguísima entrada y a mitad voy y me da por borrarlo todo, de un tirón. Sin guardar nada. Y no sé por qué. Supongo que nuestra vida a veces nos da esos parones de "no sé por qué lo estoy haciendo pero sé que debo hacerlo". Empecé a escribir sobre una frase que leí hace ya un tiempo, pero aún la recuerdo un poco. Decía algo así como que vives y eres capaz de dar la vida por alguien, y ese alguien resulta que daría su vida, pero por alguien que no eres tú. Preferí no comentar esta gran mierda. Puesto que todos necesitamos ser correspondidos. Pero supongo que es normal y que la vida es un poco así. No hablo por mí. Hablo por.
Una vez me dijeron ¿por qué nos da por querer a quién no nos quiere? nunca supe qué responder porque sabía que esa pregunta tenía una razón aterradora. Así que no respondí. Pero siempre estuve dándole vueltas. Parece que el ser humano está hecho para llegar a querer a alguien mucho y que ese alguien ni siquiera te dirija la palabra, pero lo vemos desde el lado dramático y no desde el lado en el que somos nosotros aquellos que queremos a otra persona distinta de la que nos quiere a nosotros.
Esa frase es muy arriesgada, puesto que dar la vida por alguien que no te quiere sería algo muy estúpido. 
Yo no daría la vida por alguien así como así. Y es más, me gustaría pensar que aquellas personas (que son poquísimas) por las que realmente daría la vida también la dieran por mí. Aunque, sinceramente me daría igual. Cuando entregas tu vida de tal manera por alguien, las consecuencias te dan igual. Puede sonar contradictorio, pero el amor, es un poco así.
Y no me refiero a querer de "te quiero tanto que pondré tu foto en mi fondo de pantalla". Me refiero a querer de algo más que querer, de necesitar y ser imprescindible. Y no tiene por qué estar relacionado con el amor.
Entonces supe que había hecho un poquito bien en borrarlo todo, puesto que nunca había llegado a ninguna conclusión exacta, sin poner un pero, o un quizás.
Supongo que en la vida, hay cosas que no tienen respuesta. ¿Por qué nos da por querer a quién no nos quiere? Porque somos humanos, y cometemos estupideces. Cuando una persona quiere, le da igual hasta qué punto puede llegar con tal de hacer lo que sea por esa persona. Entregar la vida, es mucho más. Y yo, espero no llegar nunca a tal punto.





diciembre 14, 2013

soy a ratos

Que no sabría que decirte de mí, 
salvo que soy una chica despistada. 
Pero tengo una ventaja, 
sé volar.
Sabía que mi yo es más rápida, 
y que puede que no se equivoque 
tanto.

diciembre 05, 2013

Qué formas más bonitas tenemos de hacer las cosas mal.
Somos personas que fingen oír llamadas para intentar escapar un poco del agobio.
Somos personas que eligen las fotos en las que no salimos tan mal.
Somos personas que intentamos tirar por lo nuestro y puede que a veces nos haga un pelín egoístas.
Somos esas personas que cogen los folletos que reparten en la calle porque no sabemos decir que no, y luego, lo pasamos mal mientras intentamos tirarlos sin que se den cuenta.
Somos esas personas que intentan colocarle un poco los platos al camarero de un restaurante, aunque luego acabamos colocándoles los cubiertos mal.
Somos esas personas que sostenemos la puerta a la persona de atrás y luego esa persona deja la puerta cerrarse en las narices del siguiente.
Somos esas personas que escuchamos a la gente para que luego no se sientan mal y luego ni nos enteramos de lo que dicen.
Somos esas personas que llevan la mirada al suelo con el miedo de cruzarse con la mirada de alguien que busca otra persona.
Somos esas personas que a veces cortan a otras mientras estaban hablando para que no se nos olvide lo que íbamos a decir.

En el fondo, no somos tan diferentes.

diciembre 04, 2013

Había una vez algo muy curioso, que no tenía ni pies, ni cabeza

Había una vez una chica curiosa, muy curiosa.
La chica, que se encontraba tumbada junto a su hermana sobre una gran explanada llena de flores cada vez parecía estar más aburrida.
Cuando, de pronto, pasó corriendo junto a ella un conejo blanco de ojos rosados. Parecía que tenía prisa.
La curiosísima chica fue tras él, sin darse cuenta que, a los pies de un árbol había una gran madriguera. Aquella chica cayó en aquel enorme agujero en busca de aquel conejo blanco.
O el pozo era de veras muy profundo o el descenso era muy lento; lo cierto es que mientras bajaba, aquella chica tuvo tiempo de mirar a su alrededor y preguntarse qué iría a pasar después.


Probablemente no encontrara forma mejor de empezar una entrada que así. Seguramente sepáis de qué estoy hablando. Pues, la siguiente historia ni tiene un conejo que porta un reloj y marcha a toda prisa, ni una reina malvada de corazones, ni un amable sombrerero loco, ni siquiera en esta historia la chica conoce a un gato mágico.

Érase una vez, una chica curiosa, muy curiosa. Tan curiosa que una vez, o varias veces cayó a un pequeño pozo sin saber por qué.
O el pozo era de veras muy profundo o el descenso era muy lento. Lo cierto, es que aquella chica, mientras descendía aquel pozo tuvo tiempo de mirar a su alrededor y preguntarse qué iría a pasar después. Hasta eso, le pareció lo más normal del mundo.
Aquella curiosísima chica una vez pensó que no volvería a conseguir salir de allí, puesto que, no veía la manera de volver a subir. Y no sabía si había caído muy abajo, o había caído mientras el tiempo se paraba, de tal manera que nunca llegase tal caída.
Cuando la curiosa chica descendió por completo, pudo contemplar que todo era diferente, que el mundo había dado un giro completo y que las cosas no eran lo que parecían ser. Miró hacia arriba, pero no consiguió distinguir nada, estaba todo muy oscuro. Por un momento le pareció encontrar algo, una persona, estaba casi pisándole los talones, pero, cuando quiso darse cuenta, aquella persona desapareció, así como así. De un toque, se evaporó. Se fue. Sin más.
Quizá en aquel momento aquella curiosísima chica supo que no podía explicarse a ella misma porque ella no era ella.
Aquel mundo era completamente diferente a lo que había experimentado antes. Y eso la extrañaba más, y la hacía hacer una chica, curiosa, muy curiosa, curiosísima.

Tampoco pensó en volver. Supo que había caído y que debía observar todo lo que tenía a su alrededor. 
A medida que avanzaba todo lo que estaba cerca de ella cambiaba de dimensión, de tal manera que aquella chica pudo ver cómo después de agrandarse, poco a poco empezó a empequeñecerse.
Todo resultaba grande para ella. Las cosas se le hacían enormes a la diminuta chica curiosa. 
A medida que avanzaba empezaba a encontrarse pequeños laberintos que, no sabía afrontar, pero acababa afrontando. Nada era lo que parecía. ¡Y qué curioso le parecía a la pequeña y diminuta joven!
Hubo un momento que aquella chica pensaba que estaba soñando. O que alguien estaba soñando y ella podía sentirlo. Pensó en que si todo aquello era un sueño, al día siguiente despertaría con ganas de cambiar el mundo. Pero pensó que incluso allí el mundo estaba demasiado cambiado. Una pequeña voz le dijo: están soñando contigo. Y si dejasen de soñar contigo, ¿dónde crees que estarías ahora?  Aquella chica nunca supo que responder, pero respondió con fugacidad: Estaría aquí, donde estoy ahora, naturalmente. 
Supo que no era cierto, de ningún modo, ella no estaría en ninguna parte porque ella era solamente una especie de idea en aquel sueño.
También supo que no podía ver a nadie, desde muy lejos.
Nunca se preguntó por qué, lo supo.
Recorrió aquel lugar mil veces, casi se lo supo de memoria, pero justo cuando creía conocerlo, el lugar cambiaba por completo. 
Eso la tenía más que intrigada. ¡Será curioso! ¡Cómo algo que parecía tan simple ha acabado tan lleno de direcciones que o no llevaban a ningún lado, o llevaban al mismo sitio! direcciones entrelazadas, liosas unas con otras, de tal manera que no sabía cuál era cuál.
Pasó el tiempo muy deprisa o muy despacio, pero aquella chica empezó a acostumbrarse al cambiante lugar.  Nunca supo qué podría encontrarse al día siguiente. Pero sí supo lo que no.
A su lado, mil cosas que no sabía qué hacían ahí, (tampoco intentó buscarle una lógica), en su cabeza, mil mundos.
Puede que la chica llegase a deshora y por eso a su corazón no le dio tiempo a costumbrarse. Pero poco a poco, empezó a ver que no sólo era el corazón el que tenía que acostumbrarse, sino ella misma.
Quizá entonces, fue ahí, cuando empezó a mirar las cosas tal cual eran, no según parecían. Todo le parecía que estaba patas arriba, pero si intentaba colocarlo, las cosas volvían a cambiar de lugar, y si intentaba recolocarlo, las cosas volvían a su sitio, y acababan descolocándose. 
Por un momento aquella joven pensó que alguien dentro de aquel mismo lugar le cambiaba las cosas de sitio cuando no prestaba atención. Pero la chica curiosa siempre prestaba atención. Es más, miraba una y otra vez lo mismo, para ver si algo nuevo sucedía.
Intentó trazar un mapa que reorganizase las zonas que había explorado muy detalladamente, y sus continuos cambios, junto con las que no había visitado aún. Siempre aparecía algo nuevo cuando menos lo esperaba, y eso la impacientaba y la intrigaba, más, más.

Sintió que aquel lugar lo había visitado más de una vez. Y que no estaba allí por casualidad. Pensó en que si volvía al sitio en el que estaba antes de caer al vacío, volvería al lugar extraño y maravilloso dentro de aquel agujero.
No sólo pensó eso. También se hizo una idea de poder entender todo al regresar, a casa, a su sitio. Pero sólo podría entenderlo si terminase de observar todos y cada uno de los rincones que cubrían aquel sitio. 
Más que curioso. Pero si no podía. Cada vez que pensaba que lo sabía todo, era cuanto más se alejaba de terminar de contemplar. Era difícil. Pero nunca pensó en dejar las cosas como estaban. Sólo tenía ganas de perseguir lo que le había hecho caer.

Tras varios intentos, le pareció ver algo más, le pareció ver que había algo que no le había dejado sola ni un sólo segundo de aquel parado tiempo. No sabía si era un objeto, un animal o una persona. Pero sentía que no estaba sola. Quizá por eso nunca sintió miedo de caer al vacío y encontrarse un montón de cosas disparatadas, desmoronadas y cambiantes.
Cuando intentó acercarse más, encontró frente a ella una enorme tela blanca con rebordes dorados. La chica levantó la tela y observó un viejo espejo. Le pareció lo más normal del mundo encontrarse un espejo en un lugar que había observado muchas veces y aún más cuando vio que sostenía algo entre sus manos. 
Más que curioso. Si antes no portaba nada en aquellas manos. No le hizo retroceder.
Sabía que era ella. Que su compañía era ella. Que ella le había arrastrado a caer en el profundo agujero. 
Pensó y pensó en que si ella había caído, ella sabría salir de ahí. 
La diminuta chica no comprendió cómo había conseguido ella misma llevarse hacia algo sin saberlo. 
Probablemente fuera porque en aquel lugar nada tenía sentido. Tampoco tenía sentido que aquella chica portase en sus manos un libro, sin dibujos, con un montón de páginas en blanco, podría decirse que vacío completamente.  De qué sirve un libro vacío, si no tiene nada que contar. Vacío, excepto el final. 
Entonces fue ahí, justo ahí, cuando aquella chica curiosa, muy curiosa, se dio cuenta de que aquel lugar, era su interior. 





diciembre 01, 2013

aunque la mariposa recordará por siempre que fue gusano

Que ya sé que no sé nada de la vida. Pero sé que ya no es necesario que lea la vida entre-líneas, ni que me tape los ojos, que ya no es necesario que me cubra con las mil corazas que luego han acabado rotas y hechas pedazos por el suelo. 
Sé que si me rompo, me romperé. Yo. Pero supongo que esa es la única manera más bonita de romperse. A cara descubierta. Con el pecho abierto pared a pared.
Que no sé si me entiendes. 
No puedo perder mis ganas de confiar, ni de sonreír. No puedo perder las ganas por nada. Porque todo esto va así. 
Golpes, habrán muchos, a lo largo de nuestra vida, a lo largo de mi vida. Pero qué más da. Al fin y al cabo siempre, siempre podré escribir sobre ellos. Porque sinceramente, no se necesita un día gris y lluvioso para hablar sobre un amargo día, ni siquiera un pasado terrible. No sé si me entiendes.
Como por ejemplo, ahora, que escribo frente a la ventana, hace un sol precioso, pero un frío que duele (y que lo puedo notar incluso teniendo las ventanas cerradas) y bueno, escuchando Bruno Mars de fondo.
Que no sé escribir según qué cosas, sabes que empiezo con una manera y acabo de otra, que cambio hasta los tiempos verbales y que (quizá alguna que otra vez) me haya ido por otras ramas.
Pero sabes (o eso quiero creer) que aunque no esté todo en orden sabes que soy yo. Que son mis cosas internas, o qué sé yo cómo llamar a eso. Tampoco sé escribir sobre ellas. Pero que son yo. Yo.
Me he encontrado arrinconada, allí, justamente allí. Al final tuve que llamarme con voz dulce y tenderme la mano para ayudarme a salir, yo sola.
Creo que tras varios intentos fallidos al final logré cogerme la mano y salir de allí aún con un temblor que me recorría entera.
Supongo que no nacemos con mitades perdidas, que no estamos incompletos y que no necesitamos deber a nadie que nos rescaten de precipicios. Que somos nosotros solos. Aunque también puedo equivocarme. 
Nosotros somos nuestros propios villanos, nuestras propias damiselas en apuros buscando salvación.
Que ya es hora de que cojamos nuestra capa y salgamos. No sé.
Vengo a contar que no soy la chica que disfruta de la lluvia. 
Vengo a contar que soy la chica que prefiere los paraguas y que lluvia la enfurece un poquito más. Aunque sabe que de poco le sirve, luego siempre acaba empapada. Sus zapatillas acaban llenas de agua, sus pantalones mojados hasta las rodillas y sus mangas de abrigo, igual.

Luego pensé en que tal vez sería una horrible forma de comenzar una entrada. Y que probablemente lo sea.
Así que vengo a contar que soy yo y por qué escribo lo que escribo.
Estaba llena de asuntos que no sabía encajar ni ordenar y necesitaba desahogarme.
Con el tiempo descubrí que escribiendo era una buena forma de "salvarme" de todo eso. Pero de una forma u otra también acabé descubriendo que no sólo salvaba, también hundía.
Y muy buena manera de hundirse.
Supongo que escribir lo que se siente, (o escribir una idea de lo que te ronda por la cabeza y que no sabes muy bien cómo escribir lo que sientes, o que no sabes qué sientes, y ya está), nos muestra nuestra parte más "débil". 
Pero pensándolo bien, hay personas que no nos saben leer. O mejor dicho, sólo muy pocas personas nos saben leer. 
Las personas que no nos saben leer no interpretan nuestras palabras de la misma manera que lo hacemos nosotros. Pueden tener una idea, pero no se acercan ni siquiera un poquito a todo lo que queremos decir. Y según qué personas.
Hay personas que entienden unas cosas, y otras personas que entienden otra de una forma distinta, pero dentro de unas mismas pautas. Con esto me refiero a que una frase puede identificarnos muchísimo, pero de diferentes maneras. Porque te guste, porque la hayas sentido, porque la hayas vivido. Dándole un significado totalmente distinto al que se le quería dar. 
Quizá por eso escribir es una bonita forma de salvarnos pero también de autodestruirnos.

Me he preguntado, más de una vez, cómo, cómo puede haber gente que no escribe.  Yo, para ordenarme un poquito las ideas siempre necesité escribir, lo veo casi necesario. Escribir para soltar todos tus pensamientos en palabras, ahogarlos en tinta y dejarlos ahí, para volverlos a leer. O para escribirlo y romperlo para no volverlo a ver en la vida, pero después de haber destilado mil y un pensamientos.


Venía a hablaros de la tristeza.
Según la Real Academia tristeza es: cualidad de triste y sentencia de muerte.
Para mí, tristeza es algo más que eso. Una bonita forma de soltar pequeñas gotitas de cristal rodadas por nuestras mejillas. O, el sentimiento de que algo no va bien. Es la faceta más bonita de lo triste. Quizá por eso lo considerarían cualidad, no sé.
Tampoco significa llorar. Sino sentirte alejada de todo, pensar en simple y si eso "llorar". Porque, llorar no implica tristeza, y tristeza no implica llorar. Pero bien que lo hacemos. Supongo que no tiene solución.
Podría definir la tristeza como qué forma tiene según qué manos. O qué forma obtendría la tristeza dentro de unas manos. Que viene siendo lo mismo.
Y, cómo saberlo. Es algo que obtiene una forma según lo que trate y depende de qué manos la guardan, y de qué personas. Depende de tanto...
Puede que alguien encuentre tristeza en un par de cartas hechas añicos, o en una foto en escala de grises. O puede que incluso la encuentre en una canción, o en una letra. Puede que encuentre tristeza en un lugar, en una parada o en una persona.
Supongo que la tristeza no es un estado de ánimo, ni tampoco una cualidad que se puede tener en un momento determinado. Sino algo más que todo eso. Debería ser referido como Tristeza. Pues Tristeza siempre nos coge la mano o puede agarrárnosla en cualquier momento.

noviembre 29, 2013

las cosas patéticas que escribe una en el metro

No sé que hago, lo cierto es que este tipo de al lado me está poniendo de los nervios. Pero es una de las personas que me han impulsado a escribir desde el móvil y muy cutremente. Lo cierto es que, me gusta guardar las cosas en borradores y publicarlas cuando todo haya sido un poco revisado.
Él estaba a sus cosas, a su música y probablemente no se enterase de que justamente ahora estoy hablando de él. Estaba escribiendo en su cuenta de twitter y eso me dio ganas de escribir a mí. Si consigues desviar la vista hacia mi móvil sólo era saludarte y decirte que me acabas de transmitir ideas que tenía un poco perdidas y desordenadas por mi cabeza.

Una vez una persona me dijo: "eres una de esas personas que no se tienen que perder nunca". No sabía muy bien a qué se refería. Hablaba de la amistad, pero me sorprendió pensar que aquella persona que me dijo eso ya ni siquiera sabe nada de mí.

Los que se sentaban delante habían desaparecido y no me había dado cuenta. Había estado tan centrada en escribir algo coherente que había olvidado la realidad. 
Ahora podía verme reflejada en el cristal de enfrente. No paraba de rotar la mirada por todo el vagón. Había perdido el hilo de lo que quería escribir y buscaba algo que lo reanimase.
El chico de al lado seguía ahí, esta vez había cambiado su postura, pero no se bajaba.
Paramos y entró una chica que se puso justamente tapándome la visión de mi yo. Y me alegraba no poder verme.
Me giré para leer la estación, me sorprendió ver que había pasado tanto tiempo y tan sólo habían pasado un par de paradas.

No sé que haría sin escribir. Supongo que hay veces que no consigo aceptar mi realidad. 
Me niego a ver que realmente soy la chica despeinada y solitaria. Pero lo pienso.
Me niego a plantearme el hecho de que, la gente cambia. Y me incluyo. 
De que ya ni me gustan las cosas que me encantaban hace meses y de que pienso mucho que debería mandar a mucha gente de vacaciones.
Nunca lo hago.
Es como si algo me estuviera reteniendo, o como si yo misma me escondiese y no quisiese aceptar las cosas que pasan. Que suelo aceptarlas y darlas de frente. Raro.

No sé que haría sin las canciones y sus letras. Sin las películas que tanto me han ilusionado. ¿Sabéis a lo que me refiero?

Volví a la realidad y me fijé en la chica que tenía sentada en frente. Leía un libro, pero mi vista de cegata no podía leerlo con claridad. Y ni siquiera reconocía la portada.
Miré sus zapatos. Eran una especie de botines coloridos con purpurina. Quizá descrito suenen horribles, pero eran bonitos. Aunque, no pegaban nada con la cara de tragedia de aquella chica.

Me dio por mirar mi móvil y seguir escribiendo. Preferí escribir a contarle algo triste a alguien, a pesar de que me dijesen que se lo contara. ¡Cómo si les interesase! ¡Bastante tenían ellos con lo suyo!

Esta vez alguien tosió y esto me hizo volver al mundo real. Vi que estaba sola, el chico de al lado ya no estaba y yo seguía en las cuatro líneas de una entrada que posteriormente guardaría en borradores como "las cosas patéticas que escribe una en el metro".


Todo empezó tras marcar tres verdaderos

No sé cómo empezar esto pero allá voy:

Todo empezó como un día cualquiera, solo que era viernes. Y las siete de la tarde. Pero eso ya es otra historia.
Me fui a mi habitación, o rinconcito de pensar, que probablemente venga siendo lo mismo, (según qué persona, claro está).
El frío me había calado las manos y a veces me hacía escribir con dificultad. Encendí el ordenador: 0 mensajes. Cuando digo cero, son cero importantes. Ya que de bandeja de entrada tenía unos cuantos sin abrir y que probablemente elimine sin leer.

Pensé en evadirme escribiendo. Abrir el blog que tantos días llevaba esperando para actualizar. Porque, cuando uno quiere escribir, no encuentra la forma de parar.
Y ahí estaba yo. Abriendo una nueva entrada en blanco, mirándola fijamente. 
Pero no me decía nada de nada. No es que no supiera cómo empezar, es que no sabía qué escribir. Toda mi imaginación y mis ganas de escribir se habían alejado y habían desaparecido de una manera que no quedaba ni rastro de ella. Fíjate. 
Esperar para luego, nada. 

Entonces fue ahí cuando empecé a pensar sobre la inspiración y sus constantes vacíos cuando menos lo esperamos.
Creo que quedarnos en blanco o tener vacíos de inspiración ocurren porque algo en nosotros ha echado el freno de mano en la vida. Y no sé si me explico.
Todo lo que hemos avanzado se acaba consumiendo, quemando, y desgatándose hasta quedar: nada. O quizá haya un parón para tristes días que huelen a quemado.

Hoy probablemente fuera uno de esos días en los que yo no podía escribir porque probablemente se haya quemado algo o porque seguía escuchando la música del de arriba que tanto me había impedido estudiar.
Que yo no sé por qué, pero siempre escucha la misma música y yo ya estaba un poco harta. Pero eso era otra historia.

Ahí estaba yo, sentada frente a la entrada en blanco que seguía sin decirme absolutamente nada. Y no es que las entradas hablasen. Pero siempre hay una especial que nos hace escribir una cosa u otra. Según nosotros y según ella.

El caso era, que no era casualidad. Yo había echado el freno de mano y estaba apalancada y estancada en uno de los vacíos más cómodos de la vida. Ahí me pasé minutos, incluso horas y no sacar nada en claro. 

Justo cuando decidí arrancar y empezar la marcha vi que la pantalla de mi móvil se iluminaba. Y alguien me había interrumpido en ese pensar, pensar y pensar sin saber qué decir.
Era un grupo de WhatsApp, aquel que cree para mantener el contacto con personas que hoy no quieren saber nada de mí. Y era raro. Intenté no abrirlo pero cuando me vi en línea supe que era demasiado tarde como para no responder.
Sólo estaban hablando los de siempre, y con los que por fortuna, sigo manteniendo contacto. Los demás seguían callados y silenciosos como siempre. Ni siquiera hablaban para resolver un tema importante, ni para decidir algo a lo que se habían apuntado. Tan sólo estaban ahí, por estar.
Una vez pensé en borrarlo. Eliminar ese grupo para siempre, pero siempre obtendría un mensaje individual de alguno quejándose del porqué. No quise empezar líos y contesté al mensaje.
Volví a leer todos los que se habían reunido, (otra vez de las mismas personas), sabía que algo iba mal, y efectivamente, así fue.

Volví a evadirme enfrentada al trozo en blanco que se posaba en mis ojos. Sabía que muchas ideas rondaban por mi cabeza en aquel instante, pero ninguna lo conveniente como para llegar a ser escritas.

"¡A la mierda!" me maldije a mí misma. Me levante de la silla que no hacía más que darme vueltas y salí de mi cuarto descalza. Notando que el frío suelo recorría mi piel.  Era agradable. Al menos iba de puntillas hasta refugiarme en las zapatillas de lunares que tanto me gustaban.
Entré a la cocina con la esperanza de encontrar algo que calmase mi mal humor. Y menos mal que no encontré chocolate.
Volví a ver mi móvil que estaba muy impaciente. Sabía que no tenía que haberlo desbloqueado. Esta vez no era el mismo grupo, sino otro en el que tan sólo estábamos los únicos que hablábamos en el anterior grupo. Habían unos diez mensajes nuevos tratando el enfurecimiento que había porque al final volvíamos a quedarnos sin viernes.
"¡Bah!" pensé. No sé por qué pero los tres sabíamos que pasaría. Y así fue. Volvimos a lo que fue "dejarnos plantados". Y qué palabra. Quizás yo ya le cogí cariño hace tiempo, porque mi vida trataba un poco de eso. 

Volví a mi habitación y de un pequeño salto subí a mi cama. Ahí estaba yo. Tumbada sobre un montón de "cosas que pasan" y "cosas que me pasan siempre". Sabía que estaba hecha para eso. Para soportar las cosas malas que me pasaban. Y que nunca llegaban a tener fin.
Volvía a sumar otro día de "abandono" y empezaba a aceptar el hecho de que nadie quería saber de mí.
Las cosas eran así y probablemente nunca llegasen a cambiar. 
Y no recuerdo bien cómo acabo aquel día, pero sólo sé que estaba envuelta en un montón de mantas y abrazada a la almohada que tanto sabía de mí.



Y así acabó la historia patética de una chica que no supo ni qué hacer, ni qué escribir.



noviembre 22, 2013

Grita que no se te oye

Tener ganas de todo, y a la vez no tener ganas de nada. ¿Conoces esa sensación?
Estoy llena de contradicciones. Internas. Que quieren acabar con todo pero a la vez no quieren abandonarlo, de huir pero de quedarse a la vez.
Y cuando llegué a blogger leí "introducción". Y digo yo: ¿Introducción a qué? ¿A mí? ¿A mi caos?
¿A qué? 
Tengo miles de ideas contradictorias pero fusionadas como si fueran pegamento, y no puedo leerlas, ni oírlas con claridad. 
Sí, hablo de entenderme. 
Siempre me ha dado que pensar, pensar, pensar, y pensar, y así siempre. Porque, yo he sido más de pensar y callarlo, reflexionarlo y analizarlo poquito a poco, y hacerlo todo caótico.
Sí, es un desorden. Y el problema que no sé ni cómo se ordena esto. Y si no voy a saberlo yo, menos tú, supongo. Una cosa es cierta. Es un caos interior. El "que no se note" de toda la vida.
Y ese es el primer error de mí. 
Me cuesta entender que no tengamos esa capacidad (por pequeña que sea) de mirar a los ojos y verlo todo con claridad, ver qué se esconde detrás de unos ojos del color que sean. Que digo yo, que algo dicen. Aunque no todos sepan interpretarlo. 
Ver detrás de esa masa de piel miles de letras, y que tú tan solo te limites a leerlas.
Difícil, ¿no? Junto con que nos pasamos la vida huyendo, esperando, y guardándonos dentro de nosotros mismos cosas que nunca diremos pero querríamos decir, o no sé. Algo así. 
Nadie elige como es, yo no elegí ser así. Hubiera escogido algo como "seguridad", "confianza en uno mismo", "tranquilidad"... Y bueno, todos deberíamos aceptarnos, aceptar ser quien somos, por el simple hecho de que somos, ¿no? 
Dejar de un lado las cosas que nos comen la cabeza para empezar a ser nosotros los que empecemos a comernos el mundo.
Hablo de demostrar que valemos, tanto por dentro como por fuera. Y ha llegado nuestro momento.
¿A qué esperamos?

Vengo a hablaros de las personas. De los mil mundos que se esconden tras ellas, y el poco tiempo que le dedicamos a conocerlos.
Las primeras impresiones, nunca fueron buenas. Quién sabe cómo es una persona por su aspecto, por la impresión que éste nos ha dado y ha llegado directamente a nuestros ojos. Y puede no ser la correcta.
¿Cuántas veces hemos dejado de conocer a una persona por solo la impresión que hemos tenido de ella? Nos guiamos por una idea que no para de rotar por nuestra cabeza, la idea de "la primera impresión" y si esta ha sido mala, ahí señores, ahí la hemos cagado y ya no hay nada que hacer. Y digo que no hay nada que hacer porque pocos son los que, dan alguna (que otra) oportunidad.
Somos muy de "no voy a perder el tiempo" pero, ¿y si esa persona nos lo cambia por completo?
Hablo de sorprendernos. 
¿Alguna vez habéis visto a una persona y habéis pensado: "esta, esta es la persona con la que quiero mantener una conversación y no me importaría que no acabara nunca"? Han sido pocas, eh. 
Supongo que deberíamos conocer mejor a una persona y no guiarnos por apariencias, que, por desgracia sucede muy a menudo. Quién se va a lo difícil de entender y lo que puede hacerse de una manera u otra especial teniendo lo fácil que no es igual, pero no complica tanto. Os digo que, las personas difíciles son las que merecen la pena. Aunque te introduzcan a un caos del que quieras salir corriendo (o quedarte).
Cada persona es un mundo. Una historia. Diferentes. 
Quizás y sólo quizás así algún día encuentres lo que buscabas. Puede que lo acabes encontrando en alguien que no consiguió darte una buena impresión, o puede que sí. Que la encuentres y digas, es esa persona.
Y no haya duda.

noviembre 20, 2013



"Como un reloj sin manecillas,
se ahogan los tic tac
de siempre.

Como una rosa sin espinas,
que ya no nombra un poeta, y
dime tú ahora cómo define el amor.

Como un barco sin su capitán.
Como un puente sin un suicida.
Como los Noviembre sin sus hojas
caídas .
Como tú.
Como yo."

No vengo a deciros de qué va el mundo.
Porque si al menos supiera qué hacer, os digo que, no sería esto.
He empezado a escribir unas cuantas reglas,
que lo más seguro ni te empeñes en seguir,
porque no creo que llegues.
(Hay cosas más interesantes que hacer).
Como bailar. O,
dibujar.
Dibujarte.
Nos.

No tienes por qué leer esto.
Ni sentirlo.
Ni opinarlo.
Nada.

No tienes por qué creerte nada de lo que escribo.

Aquí.
Ni allí.
En ningún lado.
No tienes por qué.

Quizás te diga algún día la verdad,
así, a medias. Para que la otra la
completes
.


Que sepáis que seguís estando vosotros,
pero yo,
no.


noviembre 12, 2013

Querido desconocido:
Otra vez me invaden las ganas de escribirte. Quizás porque no sé quien eres, pero de una forma u otra sé que puedes leer, o eso quiero creer.
¿Recuerdas cuando te escribí buenos momentos? Dime desconocido, ¿por qué acaban tan pronto? ¿por qué se disuelven en pedacitos diminutos a una velocidad bestial? dime, ¿por qué?
Siempre me dijeron que pensar en positivo traería esa buena suerte que tanto necesito. ¿Pero sabes qué?
Hoy me he dado cuenta de que no. Y no pienses que porque no he querido intentarlo, porque, permíteme decir que sí, lo he intentado, todo. ¿Tú de verdad crees que esto algún día se podrá solucionar?
Yo creo que no.
Y no es por caer en el drama, pero las cosas cada vez pasan a peor.
De pensar que todo está solucionado a que no haga más que ir a peor. ¿Alguna vez te ha pasado querido desconocido? Si la respuesta es no, respóndeme y dime cómo. Y si la respuesta es sí, quizás deberíamos mantener esa conversación con un "bienvenido, únete a mí y mi caos".
¿No te sientes raro querido desconocido? ¡Incluso yo me veo desconocida!
¿Nunca has pensado que no se pierde a la gente de un día para otro? Quizás nunca les llegamos a importar. Bueno, corrijo, le llegué, porque no sé nada de ti desconocido. Ni siquiera sé cómo te sientes en estos instantes.
¿Alguna vez has pensado tanto una cosa que hasta te daba rabia estar preocupada siempre por lo mismo? Ese típico "la misma historia de siempre se repite una y otra vez", y no me deja pensar con claridad, desconocido.
Incluso todo esto lo estoy escribiendo por mero impulso. Que se guían mis manos y a veces parece que escriben solas. Oh...desconocido, tengo tanto que contarte... Y no sé por dónde empezar.
¿Pensabas que había acabado?
Y no acabo más que empezar.


Firmado: Yo. (Supongo que ya me conoces).


No me gustan estas sensaciones desconocido, mis ojos escuecen tanto que no sé.
He perdido tanto por cuidarlo, qué locura. ¿No te parece? O quizás no lo cuidé lo suficiente. O quizás fuera lo mejor. O quizás si hubiese sido una hija de puta lo hubiese entendido todo. Y no. Explícamelo querido desconocido, dime qué hago mal, dime en qué fallo. Dime por qué todo me pasa, dime por qué yo estoy destrozada y ellos no. Dime. Patética. Así me siento.




¿Nunca habéis pensado que quizás no sea eso de 'si no te quieres tú quién te va a querer', 
sino que si nadie te quiere cómo vas a quererte tú?
Os voy a contar una historia. Con la pequeña esperanza de que alguien más lo lea, y no sólo yo.
Es una historia simple, muy simple. Trata sobre una chica, normal, o así sería calificada por la mayoría.
Ella sabía que no.
Y lo supo en el momento de su caída.
Ella sentía que cuando más cuidaba, más perdía. Las amistades con ella, no marchaban como deberían. Aunque eso es otra historia.
Cada vez se hacía más pequeñita, emocionalmente hablando. Tan metida en su mundo, que nada tenía que ver con ella. Y el vacío era tan grande que no cabía más. Menuda ironía, eh.
Ya no le importaba la gente porque pensaba que volvería a perder.
Pensaba que todo lo que tocaba, lo destruía. A ella raramente algo le salía como quería, siempre le salía al revés, o de la forma que menos se esperaba. Y, a pesar de que ella era de pensarlo y planearlo todo mil veces, siempre tenía que acabar cambiando sus planes a última hora.
Ella era nerviosa, no encontraba el punto que le diera esa tranquilidad que ella buscaba, de que todo marchaba bien y que no hubiese que hacer nada al respecto.
Estaba muy preocupada por los demás, incluso más que por ella misma, y eso, era un error que le ha traído más que problemas. Pero, seguía igual, sigue.
Ella sentía que las cosas le salían mal por su culpa, por no saber evitarlo, o por haber caído siempre en la mala suerte que la arrastraba al fracaso, una y otra vez.
Ya sabéis. Era un poco insensible, o mucho. Fría como el hielo, tal vez.
Borde, incluso. O eso la decían.Con todos. O casi todos.
Ella era una ilusa que pensaba que las cosas siempre salían bien, que estaba orgullosa por haberse topado con aquellas amistades, y que sabría salir de todo.
Pero no, y lo estaba pagando.
Ella era inocente e ingenua.
Y así la iba.






Ella era yo 



noviembre 10, 2013


"A veces no se oye absolutamente nada. Sólo mis pasos, nítidos y amplificados, que reverberan en las fachadas con todo el aire a su disposición para propagar sus ondas sonoras.
Como si el sonido se alargara más allá de su origen. En ocasiones sopla una subyugadora brisa.
Papeles y hojas de los árboles baten contra el suelo como insectos alados que no consiguieran despegar.
Cualquier sonido, por pequeño que sea, se oye nítido y cristalino.
Me fascina pensar que es la misma ciudad que soportaba el torbellino humano de ruido, luces e información."



Después de un par de entradas hoy me presento.
Voy a partir de la realidad para escribirte, y describirme. Espero que lo comprendas.
No sé muy bien que me consume, y no comprendo que me digas eso de organizarme, es que ni se te oye. Quizás tú y yo no nos llevemos muy bien, porque siempre acabamos discutiendo, o no.
Aunque, creo que estoy empezando a entenderlo. No podemos ver con nuestros propios ojos el interior para no ver autodestrucción. Funciona así, ¿no?
No te relaciono con ningún suceso, más que nada, porque nadie me dijo que aparecerías ahí, que serías así, nadie me dijo nada de que yo sería así, tan tú.
Tan yo, creo que ni nos conocemos, o seguimos sin conocernos, por eso quería presentarme inestable y odiada yo.
No sé cómo describirme, o describirnos. Porque llegado a este punto espero que hayáis comprendido que hablo de mí, pero también de mí y mi yo. Bueno, como tú me conoces peor y mejor que nadie,¿por qué no nos presentas tú? O bueno, ¿tú quién eres? Nadie, supongo, como yo, si es que ambas somos una, ¿pero una, una qué? Bah, a saber. Si ni tú ni yo sabemos describirnos.
He probado a encontrarnos para saber mejor de ti, en cada espejo, o cualquier reflejo, pero no he obtenido ni una sola respuesta. Así que no sé.
He tratado de trazar líneas paralelas con un lápiz y me conducían al final de un folio, o acaban entrelazadas y hechas un nudo. Fíjate, querida yo, como yo.
También he intentado buscar en poesías, pensaba que te veía, como puede pensar cualquier persona, pero no, te escondías. Y que ya no hay manera de buscarte, ni de encontrarte, aunque bien pensado, (y estando bien de la cabeza) sería muy raro vernos tú a tú.
Buenas noches, dice, digo, malas. Ya no sé ni quién escribe, si tú, o yo.
Creo que me he perdido en sueños, ¿esto qué quiere decir? ¿quiere decir que no voy a volver más, verdad?, menudas preguntas más amargas, yo.
Llegados a este punto, respóndeme las preguntas, porque me dirijo a ti, te escribo a ti, y hablo contigo, mi yo. 

De mi yo, a mi yo.

Somos idiotas.

(Y por estas cosas no me entiendo).

noviembre 09, 2013

aquí no pasa nada, o mejor dicho, pasan tantas cosas juntas que mejor decir que no pasa nada

No somos tan malos como la gente piensa, ni tan buenos como parecemos.
Jamás llegaremos a ser lo que otros querrían que fuéramos ni lo que quisiéramos nosotros mismos ser.
¿Sabéis qué somos?
Somos lo que vemos, lo que la vida nos enseña a ser, o lo que aprendemos.
¿Sabéis qué?
Nos van a criticar, sin motivo alguno, a odiarnos sin razones, incluso a hacer daño sin ni siquiera dar explicaciones.
Y, va a doler.
Pero, a pesar de las heridas, aprendemos, o aprenderemos a vivir con cada una de ellas,  ¿no?
Recordar lo que hemos vivido, sea bueno o malo, porque por cada cosa vivida hoy somos lo que somos.
Hagamos cosas que queremos hacer, y no vivamos dando explicaciones a la gente del por qué lo hacemos o lo dejamos de hacer.
Esperemos ese "click".

noviembre 07, 2013

en cualquier lugar indefectiblemente

Hace mucho tiempo leí una frase que decía algo como: "Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas".
Creo que no he encontrado frase más cierta, no sé.

soy como esos libros que nadie lee

Quizás sea esas cosas que ya no pasan.
Llena de inseguridades, de indecisiones, de qué sé yo.
Empeñada en vivir la vida y es ella la que me vive a mí.
Es todo tan lioso que no me encuentro ni yo,
quizás nunca me encontré.

No sé.

No sé por qué me ocurre. La falta de seguridad en mí misma.
Nunca pude considerarme la mejor en nada.
Tengo un sentimiento nulo para la competitividad.
Voy caminando en contra del mundo, a contra corriente,
en ese sentido tan ridículo del todo contra todos.

No sé.

Nunca me importó si mi persona llamaba la atención
o era mejor que otra en algo.
Si hice algo, simplemente lo hice por propia voluntad,
y sin esperar palmaditas en la espalda.

Aunque bien pensado han sido pocas veces
en las que me han felicitado por algo. Por algo importante,
digo.

Pero cuando me he equivocado, (que por desgracia ha sido
más de una vez), he tenido que soportar mil reproches.

No sé.

Respiro sencillez por la calle, y me tropiezo muy a menudo con
miradas muy altivas de la gente.

No sé.

Tampoco es por caer en el drama pero esta vida está preestablecida,
¿no creéis? lanzarse al cuello del débil es ya tradición.

Estamos programados para callar y asentir. Y,
con toda mi inestabilidad, neuras y mierda mental tengo algunas cosas claras,
no muchas, poquitas más bien, pero muy claras.

Y es que conmigo que no cuenten.

noviembre 06, 2013

Todos tenemos una historia que contar, o eso dicen.
Una historia que es muy nuestra, única porque guarda todo aquello que hemos experimentado, sentido y vivido.
Creo que la mía tiene demasiadas comas, puntos y a parte, y frases sin acabar. O puede que hayan muchas hojas en blanco entre el libro.



noviembre 03, 2013

21:38. 

Parece que sobre estas horas, (sobretodo de un domingo) es cuando más piensas y más te prometes cosas.
¿De qué nos sirve si nos vamos a fallar?

Nos decimos a nosotros mismos, que tenemos que cambiar a mejor, que quizás hay algo en nosotros que no encaja y por eso las cosas nos van como nos van.
Nos prometemos sonrisas cada segundo al día, y llorar solamente cuando hayan razones bonitas. Nos prometemos dirigir mejor nuestra vida, no tropezar ni quedarnos perdidos por el camino, nos prometemos ir directos. 

También nos decimos a nosotros mismos que cuando comience la semana empezaremos a organizarnos mejor, a llevar un día a día sin agobios y a sonreírle a la rutina. A no ponerle malas caras a un lunes y a aprovechar un viernes por la noche, un sábado y un domingo como nunca lo hemos hecho. 
Pero claro, mejor dejamos las cosas para mañana, por lo que pueda pasar. Por si el mundo se acabase y nos pillase con las cosas ya planeadas que no servirían para nada. 

21:45

Me he vuelto a fallar.


ni lo leas, desconocido.

Querido desconocido:

Otra vez te escribo a ti. Mis dedos se empeñan en escribirte a ti, quizás sea para no ir a una persona concreta, y como tampoco sé ni quién me lee quizás esto sea lo mejor. Fíjate, ni siquiera sé quién eres y ya te guardo en un rinconcito de mi bandeja de entrada.


No sé si serás ingenuo, divertido, o simplemente serás otro idiota que me hará llorar, pero al menos, contéstame para que podamos descubrirlo.

Aunque vería lógico y normal que ni contestaras, es más, que ni siquiera te pararas tres segundos a ver de qué trataba esta entrada, que pasaras de ello como si no tuviera que ver contigo. Y quizás no tenga que ver contigo, o lo tenga que ver todo, ¡qué se yo!

¿Cómo te va la vida? ¿Has cambiado ya las camisetas de manga corta por jerseys de lana y chaquetas?

Si me preguntas a mí, a lo primero no sé que contestar, supongo que con injusticias, pero tampoco es plan de ponerme a hablar cómo perderé lo que queda de año, o de que hace poco encontré un pequeño tesoro que guardaba desde pequeña.

Vengo a hablarte de que la estantería me mira con ojos de abandono, y es que cuando más quiero y necesito leer es cuando menos puedo. Oh, desconocido, ¿te pasa eso a ti también?

No sabes los buenos momentos que son esos cuando no puedes salir, o que hace mal tiempo y prefieres quedarte en casa, y con unas simples o complejas líneas te sumerges en otro mundo, que no sea este, claro está. Escaparse un poquito de vez en cuando no está mal, ¿no crees?

También vengo a hablarte del frío. ¿No te parece que a veces el frío no viene porque sigues con un constante frío toda la vida? Bueno, toda la vida no, quizás haya exagerado demasiado. O no lo haya exagerado nada, a saber.


Esto de enviarte preguntas sin respuestas se me está haciendo un poco costumbre, querido desconocido. Pero no sé qué más hacer, al menos que me entiendas, o digas "bah", pero algo es algo.


Hasta otra, espero hablar contigo pronto.




Otra desconocida, supongo.



noviembre 02, 2013

Intentamos autoengañarnos, ocultar que no nos duele.
Estúpidamente fuertes y ridículamente fríos.
¿Por qué tenemos que ocultar más que lloramos? Si es otro sentimiento más, te expresas con ello, como reír, como enfadarse, como escribir...
A los que hacen eso y lo muestran más fácilmente se los tachan de débiles y sensibles, lo peor es que da más rabia aún que nos importen esas cosas.
¿Es de tontos llorar? No, "sólo los valientes lloran" y "con la cara descubierta" como la canción.
A veces, es mejor llorar, echar unas pequeñas gotitas de cristal o llover. Aunque no sepas el porqué, llora. ¡Qué más da!¡Qué importa! 
No llorar significa guardarlo, hasta que poco a poco tu pecho se vaya inundando, poco a poco pero a unos pasos de gigante. 
Quizás hacerlo más a menudo sea la clave de llevarlo todo un poquito mejor, de hacerlo más llevadero.
Soltarlo todo en lágrimas. 

octubre 23, 2013

bah

Siento decirte que en este blog no pretendo que tus ojos lean lo que quieren leer. Así que si has venido por eso, me parece que este no es el lugar. Sólo expongo mis más sinceros pensamientos, mis dudas, sueños, lo que siente mi corazón en este instante (cuando sé que puedo explicarlo, supongo).
Desahogarme de esta forma creo que es más fácil que estar callada.



que nadie lo note

¿Bien de bien o bien de totalmente jodida pero que no lo note nadie?
Menuda forma más cobarde de decir que estás destrozada.

octubre 22, 2013

querido desconocido:

Hoy mis palabras se han empeñado en escribirte a ti.
Parece como si, por unos segundos mi mente no guiara todas estas palabras
y escribiera el corazón. ¿Qué te parece querido desconocido? Porque puedo llamarte así, ¿no?

Sangrar sobre el papel sueños y deseos, (tú me entiendes), mancharlos de lágrimas y secarlos con sonrisas. Quizás necesite un par de cajas de pañuelos desechables para terminar el día. Porque te hablo a ti, pero a la vez me hablo a mí misma. Supongo que me entiendes.

¿Alguna vez te has levantado con un sueño y las ganas de cumplirlo? Yo siempre me lo recuerdo. 
¿Alguna vez has sentido tanto una canción que has entendido hasta sus comas? ¿Sientes el olor a tostadas que hay desde la cocina? ¿Has disfrutado de algo más cómodo que los silencios? 

Es un placer, ¿no te parece? Deberíamos actuar sin pensar, porque darle la vuelta a las cosas puede llegar a hacernos perder oportunidades muy valiosas. Y la vida es corta para perderlas, y poca para todo lo que tengo que escribir.
Por hoy la carta, o como quieras llamarlo es breve. Pero que sepas que es sólo el comienzo. 
Ahora te escribo a ti, o a mí. No sé. Estoy perdida, sigo perdida, y me encanta.
 Porque no te conozco, ¿no? bah, da igual querido desconocido, la suerte ya está echada. Un placer.

Con cariño: otra desconocida, (o puede que no tanto).

el día en que todo me importe una mierda

La preocupación me recorre las venas con una tranquilidad aterradora. Curioso, ¿no?
Me acostumbro a estar preocupada, a vivir pensando en un cúmulo de cosas que probablemente no me aporten nada. A mirar a mi alrededor. No quiero creer que cuando alguien ríe lo haga de mí. Tampoco quiero seguir pensando el que no soy suficiente.
Porque supongo que tengo que serlo, ¿no?
Aquí todos, absolutamente todos estamos porque queremos. Y yo, lo que quiero es a alguien que mirándome a los ojos entienda todo lo que me pasa. Que me pueda leer como un libro abierto, y que entienda por qué hago lo que hago. 
Quiero gritar todo lo que callo, que puede que tenga mucho que decir. Mirarme y sonreír. Estar cómoda conmigo, porque sólo así la gente se dará cuenta de la confianza que guardo conmigo misma.
Quiero decir algo sin importarme lo que pueda afectar a los demás, porque mi opinión también cuenta, ¿no?
Quizás necesito ese jarrón de agua fría que me haga despertarme y disolver todas estas tonterías, que probablemente nunca tuvieron fin. Necesito, crecer e imponerme. Decir: "aquí estoy yo" o un "vengo con fuerza".

'Puede ser duro, pero si no te quieres tú, ¿quién te va a querer?'

octubre 21, 2013

sé que no soy lo que buscas

Podría considerarme una chica normal. No tengo ese punto especial que puedas encontrar en cualquier persona especial, ni siquiera tengo un punto distintivo que haga considerarme diferente. Solo soy normal. Solo soy yo.

Aunque, no voy a negar que en algunas situaciones no me haya sentido diferente, porque mentiría. Pero probablemente, todos, alguna vez en la vida se han sentido así. Así que ya ves.

Pero esto no quiere decir que sea simple, más bien, soy algo complicada. Entenderme a veces puede ser un caos, tanto que querrás salir corriendo. O quedarte. No sé.

Nunca olvido, aunque pueda llegar a decirte lo contrario. Soy muy del "perdono, pero no olvido". Quizás esto me haya jugado malas pasadas. Aunque puedes llegar a acostumbrarte, ¿no?


Escondo mis sentimientos tan mal que acaban fusilándome. Ojalá nunca te des cuenta. 

Intento saltar los altos muros que me creo a mí misma para asegurarme de que sigo teniendo puntos débiles, o al menos de que no me he consumido. No sé si me explico.

Soy esa chica que comete muchos errores, que es un pato en mil situaciones, la que pierde mil oportunidades y se arrepiente mucho de las cosas.


Que no sabe a veces a dónde ir, (por no nombrar todas), ni siquiera sabe qué pensar. 


Tan desilusionada de algunas personas que la rodean, que confiaba en quien no debía.


Quizás sea algo bueno que intento hacer sonreír a otros antes que a mí,  ¿podría considerarse un punto a favor?




Somos piezas de un puzzle. Complementamos con otra, 
otra pieza tiene lo que nos falta a nosotros,
y nosotros tenemos lo que a esa pieza le falta. 
Podríamos hablar de 'una media naranja'. 
O mejor solo llamarlo 'piezas desperdigadas que 
no sabe cuál es su lugar'.
El problema es que todas estas piezas somos nosotros.
Estamos desperdigados, y, desordenadas, 
como al principio de un puzzle. 
Nos falta buscar y dar con la pieza ideal para nosotros.
De nosotros depende, terminar el puzzle o dejarlo incompleto,
para siempre.