diciembre 21, 2014


"Siendo sincera y honesta es precioso sentirte cuando estás cerca. Quizá tú hayas sido una de la mejores sensaciones de toda mi vida. Pero es tan horrible lo que dejas cada vez que desapareces, que no existe, que no existe nada en el mundo que tú puedas hacer que compense todo el daño que me produce el sólo y simple hecho de que te marches."

agosto 31, 2014

claro que sí

Se me están yendo muy rápido las ganas.
No paro de preguntarme, a mí, ¿qué hago?, y qué, que qué hago. Porque no lo sé.
(¿Sabes qué sé? Doler.)
Cállate ya. Yo.
Mira qué ganas de romperme.
Para.
Ojalá fuera la piedra esta vez la que tropezara conmigo.
Pero no.
Mira mi facilidad de caídas.
Mira toda la lista de sueños imposibles. Que odio, por ser imposibles. Y quiero, por ser imposibles.
Y ni te cuento lo desordenada que tengo la cabeza.
¿Sabes ya leerme?
Yo no.
Y no puedo cambiarme. Nunca podré dejar de ser yo.
Mira. Sólo soy a ratos.

-
Lo de que algo no iba bien lo noté enseguida, porque mi yo es más rápido y
no se equivoca tanto.
Y sabes que algo no va bien cuando de repente las cosas cambian, sin saber cómo, o por qué. O quizás sí lo sabes. (Algo no iba bien, eso está claro).

He descubierto como funcionan algunos anclajes mentales y, la gente habla sin saber. Y muy a menudo trata cosas que ni  ha sentido.
Anda que no me habré cruzado con gente que haya dicho un "lo siento", sin sentir nada, un "te entiendo" sin entender nada.

Para.
Ahora. Sigue.

Sé que todo sería más fácil si -de una vez por todas- aceptara que las cosas tienen que cambiar. Y que a veces está bien que cambien.
Y yo, que sólo espero que los cambios, cambien.


Cállate. Yo.
No os dais cuenta. No hemos crecido. Yo no he crecido. Sólo he sido una niña. Detrás de otra.

julio 03, 2014

vértigo

Las dos y dieciséis de la mañana, y sabes qué.
¿Sabes qué?
Estoy destilando y ni siquiera sé por dónde empezar a sangrar.
Ya sé que nunca se me dio bien y que tengo la mano completamente puesta en el fuego.
Me he subido a ese precipicio y desde ahí veo todo demasiado al revés.
La pequeña siempre he sido yo. Sé que no lo vas a entender.
Y que quema, y que me voy a caer.
Yo nunca he querido un invierno, pero dónde está el frío cuando más se necesita,
o lo necesito. Digo.
A veces entiendo de vértigos, este precipicio tiene unas vistas que flipas. 
Eso sí, ni se te ocurra acercarte, prefiero que no veas los trozos que quedan de mí.
No sé.
Estoy perdida. Y me gustaría encontrarme antes de que lo hagas tú.
No no, mejor. Me gustaría que me encontrases antes de que lo hiciera yo. Lo demás es secundario.
Lo que sí sé es que me acabo de dar de lleno con tus dudas. ¿Por qué no lo ves?
Ojalá se rompieran. Todas. Tú no. 
La verdad es que yo tampoco sé a que viene todo esto. Mejor olvídalo.
Sí, mejor.
O sea, quiero decir. Lo que he querido decir desde el principio. Lo sé. No me explico. 
Lo sé. No espero que me entiendas. No sé. Simplemente, no te rompas.

julio 02, 2014

y por eso nunca acabo

El camino es nuevo. Está asfaltado y sin, subidas y bajadas.
La gente ya no es igual, ni yo tampoco.
Ahora soy de las que en vez de un hazlo, soy de las de ni se te ocurra. Pero ya sabéis, aquí todo visto desde el retrovisor se ve diferente. Pero porque es así, supongo.
Ahora los paisajes se distorsionan, pero yo lo sigo viendo todo horriblemente maravilloso. Que no sé si soy yo o ya no sólo hay gente sino personas. 
Me da igual.
He vuelto a escribir porque no podría estar más equivocada. De todo. En realidad las cosas no venían rodadas, era yo que estaba cogiendo carrerilla para aproximarme al muro que nunca he conseguido traspasar. Y la hostia ha podido ser buena. Directa a la cara y al corazón.
Al final va a ser verdad eso de que cuando te haces una herida todas las hostias van ahí. Un poco la vida. 
A veces me gusta equivocarme, no lo voy a negar. Y que yo que sé, pero hay errores que volvería cometer más de una vez. Aunque luego ya no me queden tiritas.
Ahora si me tocas ya no corto. Todos mis trozos los he pegado. Creo que no están en el mismo sitio que antes, pero tampoco se ven tan diferentes.
Pues ya ves. El camino es nuevo y yo parece que también. No sé cuánto dura el camino porque no me gusta el tiempo. Y a veces, las cosas duran sólo un segundo, como dicen. Aunque parezca que no, un segundo es suficiente. Creo que sólo nos basta con cerrar los ojos muy fuerte y hacer que no estamos aquí, durante un segundo al menos si me dejan, me vale. No sé, de vez en cuando estaría bien hacerlo.

Y ya está. Nunca se me dieron bien los finales.

mayo 09, 2014

9 . 5.

Llevo tantas entradas y partes malas escritas que se me había olvidado que también hay que escribir las buenas.
Y, como dicen que las palabras se las lleva el viento he decidido escribirlas aquí, para que Cronos ni nadie pueda borrarlo. Para que queden siempre en un papel, o en una mente.
¿Sabéis lo que vale una amiga? Muchos diréis "mucho" o "millones", pero para mí es algo más, algo tan infinito donde las palabras no son suficientes.
Y sí, hoy pienso hablar de la buena amistad, pero no en términos generales, sino de mi mejor amistad.
Mi mejor amiga tiene nombre y apellidos, están tan grabados en mí que podría escribirlos al revés y con los ojos tapados.
Y, a pesar de ser un blog público, he decidido centrarme y contártelo a ti, mejor amiga.
No me he preparado muy bien las cosas que decir, pero tan solo al pensarlas salen solas. Parece como si por un momento mi mente no guiara todas estas palabras y escribiera el corazón.

Lo primero de todo es que gracias por estar ahí, siempre, siempre has estado ahí. Sé que te habré dicho esto mil y una veces, tanto en nuestros antiguos tablones, como en conversaciones, pero sólo quería recordártelo.

A pesar de haber estado más separadas de lo normal estos meses, sé que seguimos unidas. Y puede que todo lo que hemos pasado juntas nos ha hecho unirnos más aún. Y no sólo que lo sepamos nosotras dos, es que se lo hemos demostrado a todo el mundo.
No nos hemos dejado solas ni un instante. Hemos estado apoyándonos allá donde estuviéramos y de una forma u otra hemos mantenido siempre contacto.
Probablemente las cosas que nos contamos o que sabemos la una de la otra no podría decírselas a nadie más. Porque crear una amistad tan fuerte desde la edad temprana de tres años...eso es mucho tiempo, ¿sabes?
Sabemos todo la una de la otra, aunque con el tiempo seguimos sorprendiéndonos y aprendido cada vez más. Y qué haría yo sin ti. Es pregunta. Dime. Porque no lo sé. Me has demostrado que no se necesita mucha gente rodeándote teniendo a una que vale por todos ellos y más.
Llevaba escribiendo poco a poco esta especie de carta y publicarla este día. Tu día. Para que al menos así todo lo que haya pasado hasta hoy se haya difuminado de tu mente (al menos el rato que estás leyendo esto), y se haya hecho un poquito menos malo. Porque que sepas que siempre hemos sabido salir de los mil y un problemas que nos han surgido. Y creo que cada vez lo hacemos con matrícula de honor. Gracias por haber estado conmigo en todo momento, por sacar lecturas positivas aún cuando yo no he podido. Eres el mayor apoyo que puedo tener. Y decirte increíble probablemente se te quede corto.
(Aquí es donde aprovecho a decir que como alguien te haga daño no sabe con quién se las va a tener que ver, me he reído, pero no me lo tengas en cuenta e imagínate el brazo de fuerza del WhatsApp).

Lo bonito es que haya gente que nos diga "sois las únicas que han sabido mantenerse fuertes, sólidas y que han estado siempre juntas", (no con estas palabras, pero el significado es el mismo). Puede que hasta nos hayan cogido manía por mirarnos y reírnos al saber de qué cosa exacta hablamos mediante miradas. O de que decimos frases largas a la vez y en el momento exacto, ni una más adelantada ni más atrasada que la otra, a la vez. Y hasta eso nos acojona.
O de que pensemos lo mismo y queramos decir lo mismo. Cuando hemos sentido esa necesidad de decirnos una palabra muy nuestra recordando algo entre risas y no estábamos juntas, pero sabemos que, lo hemos pensado a la vez y que tú desde una punta y yo de otra en ese momento nos acordamos.
Quizá no sea el valor de una mejor amiga porque es algo mayor, es como una hermana. Coincidir tanto con una persona, tener los mismos intereses y las mismas ideas, pelearnos por cosas sin sentido (aunque no podamos durar más de 3sg estando cabreadas).
Quería decirte que te mereces disfrutar este día tan especial. Pero no solo éste, sino todos los 365 días del año, porque, permíteme decirte, te mereces este y cada uno de los días, y no lo digo solo porque seas mi mejor amiga.

Yo solo sé, que todo el mundo escribe sobre sus amistades, sobre las mil y unas amistades que poseen. Y yo siempre pienso ¡qué sabrán ellos de amistades, si tengo yo una que vale más que ellos juntos!
Los silencios contigo no son silencios, jamás se convirtieron en incómodos y eso es algo que no todo el mundo puede decir.
Quizá nunca me he parado a decirte lo tan importante que eres para mí, excepto cumpleaños, o momentos importantes, pero creo que no hace falta decir las cosas cada día, si demostrándolas se saben solas.

Hoy estoy aquí (creo que deberíamos invitar también a Kevin), no sólo para felicitarte tus diecinueve añazos, sino para decirte que siempre me tendrás apoyándote y contigo, como llevo haciendo cada año. A lo largo de todo este tiempo he perdido y he ganado, pero lo que más me ha importado ha sido lo que he conservado, y a ti, a ti, te he conservado y no hay nada en este mundo más maravilloso que eso.

Hay cosas innecesarias en la vida, aquellas que solo te van a servir para algún momento, pero que una vez habiendo sido útil ya no lo vas a necesitar más. Tú eres más que necesaria. Una mejor amiga no se consigue así como así, y menos como tú.
Dando consejos, o explicándote quizás no seas de las mejores (al igual que yo, que a veces soy un pelín desastrillo), pero qué decir que no hay consejos que me aporten más que los tuyos, de los que más siga, y en los que más confíe.

Siempre estaré ahí para decirte "te lo dije", esas palabras infernales que tanto odias de mí. No te rías, aunque yo ya lo he hecho, (¿o es por lo de Kevin?).
También he venido a decirte que ningún copo de nieve cae nunca en el lugar equivocado. Espero que entiendas, que me alegro de haberte conocido, y de que te hayas quedado.
Nunca voy a encontrar una amiga tan genial que me aporte las risas y el mejor buen estar que me has aportado tú.
Ojalá no olvides nunca esta especie de carta, para que sepas lo importante que eres para tu mejor amiga. Y por si en algún momento, quién sabe dónde, te de por dudar.

Y ahora es el momento de recordarte, como hago siempre, de que no olvides pedir tu deseo al soplar las velas. Que se va a cumplir, te lo digo yo.


Por cierto, tampoco hagas caso de lo suspicaz de un "papel", porque mi carta no expira, está escrita en mi corazón.


PD: Espero que todo esto te haya hecho sonreír.
PD2:  ÁNIMO RETRASADA.


Feliz cumpleaños.
Te quiere, Patricia.
"Estás loca, majareta, chalada, pero te diré una cosa: las mejores personas lo están."

abril 20, 2014

olvida que alguna vez existió la caída


Uno solo sabe caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
caer,
y caer,
y cuando cree que no puede caer más,
cae.
Hasta que una mano le pone en pie.
Y le dice que no va a caer más.
Y parece verdad,
porque desde entonces solo sabe tocar el cielo 
estando de puntillas.
Incluso a veces olvida que está el suelo.
No sé si para bien,
o para mal.
Si bueno, 
o malo.
Pero lo quiso así.

no sé hablar del tiempo a medias, pero puede que aquí sí

El tiempo.

Y cómo es el tiempo. El tiempo, que tanto tarda en llegar cuando esperamos, que tanto dura 
cuando desesperamos y que tan rápido pasa cuando más queremos detenerlo.

Te das cuenta que llevas el reloj de tu vida y parado. Está parado, o atrasado. No sé qué le 
pasa. Es quizá por eso que nunca llego a coger bien a tiempo ningún tren. 

Empiezas a ver desde el cristal que todo pasa a la velocidad de la luz, y no sólo hablo de 
marchas. 

Hablo de que sé que aunque el reloj pare, la vida sigue. Pero no sé por qué el reloj me recuerda tanto a un parque de atracciones. 
Quizá porque cada segundo que pasa, gira como una noria. Giramos con él. Quiero decir.

Creo que ya sé pisar sobre mis propios pasos y con la mirada fija, puesta al frente. 
Y no me he caído.
Miento.

Me he dado cuenta que pasamos el tiempo de nuestra vida de reloj mirando al precipicio.
Creo que solo nos tiramos si somos dos. Saltando juntos.

Tardaré más de a saber cuántas entradas intentando hablar de éste. Pero el tiempo nunca es suficiente. Y mejor tarde que nunca.

Pero era por hablar de que también existen los hoy no. Quizás los mañana sean mejor. Pero ojalá no me lo repita cada día.

He probado a poner en hora de vuelta al reloj. Pero que no hace caso. 
Que solo vuelve en hora con tus besos, dice.

marzo 08, 2014

otro puñadito de cosas que nadie debería saber

Hoy. Por millonésima vez, me dio por pensar. De esos días en los que el mundo no tiene que ver contigo, de los que te pones a escuchar música y haces como si el mundo tuviera menos importancia. De esas veces que te da por hacerte las mismas preguntas y empiezas a plantearte un pequeño debate dentro de la cabeza y por más vueltas que le des no consigues sacar mucho en claro.
Pues hoy era uno de esos días. Yo estaba completamente concentrada en una de las preguntas de si las cosas pasan porque tienen que pasar. En si las vidas que una vez se separaron pueden volver a juntarse, a encontrarse nuevamente.
Que si todo esto es casualidad, o causalidad. Si de verdad existe el destino, o sin embargo somos nosotros los que forzamos la marcha. Los que elegimos cada paso y cada lágrima. En si el hoy, es la consecuencia de nuestro pasado y nuestro antecedente al futuro. O si simplemente esto pasa porque sí, y ya.
Nunca supe que creer. A veces me daba por pensar que las cosas ya venían preestablecidas, y otras veces que somos nosotros quieres vamos guiándonos por el camino, quienes decidimos si seguir adelante, si cambiar la dirección o si retroceder en algún momento que hubiésemos dado por perdido.

Hoy, hoy pensaba en si merece la pena ser uno mismo, al cien por cien. Mostrar todo de uno sin barrera alguna, sin máscaras. O si por el contrario merece más la pena crear máscaras para ocultar lo que verdaderamente somos. Puede que nunca haya llegado a estar de acuerdo al cien por cien en algo. Puede siquiera que nunca haya llegado a decidirme claramente por una opción. Pero, permitirme deciros que estoy segurísima de que merece la pena ser uno mismo. Con sus pros y contras. Aunque hayas perdido más que ganado. No hay nada más cómodo que mostrar todo de ti sin temor alguno. Mostrar como eres, a cara descubierta. 

Hoy, pensé en las mil historias que aunque queramos no volver a repetirlas vuelven a ocurrir. Que por mucho que queramos escapar de algo, es cuando más nos toparemos con ello.

Hoy pensé en el pasado, el presente y el futuro.
Me pregunté por todo aquello que una vez quise ser y todo lo que he conseguido ser ahora. Puede que de todo lo que tuve planeado una vez, solo haya sido cumplido una cosa, quizás dos. 
Pensé en que mil cosas que me encantaban antes, han perdido ahora totalmente mi interés. 
Y en que hoy por hoy las cosas no son para nada como pensaba que serían.

Luego me dio por volver a pensar, y echar una vista hacia el futuro. Intentando buscar algo más allá del qué seré, o del qué habré conseguido. Pensaba en si habrá algo que consiga captar mi atención mucho más tiempo del que suele durar la curiosidad. Para explicarlo mejor quiero poner un ejemplo. (Una vez, -en una clase sin importancia- me dijeron que los ejemplos son una de las mejores formas para conseguir comprender todo un concepto. Y que resultará una tontería, pero aquello fue una de las cosas que más recuerdo de mis años en el instituto con completa claridad).
Imagina que compras un sofá. Un sofá nuevo que ofrece comodidad y masajes de lujo. Aquel momento mostrarás la felicidad de haber adquirido algo que sabes que vas a poder disfrutar cuando quieras y eso te hará sentir bien, te llenará de alguna u otra forma. Pero, con el tiempo, comenzarás a acostumbrarte a tal objeto y empezarás a perder la ilusión de probarlo, puesto que lo tendrás como algo común. Es decir, su función empezará a hacerse cada vez más normal para ti y ya no apreciarás tanto al sofá que tanto antes te llamaba la atención. Perder el interés, digo.
Es por tanto que entonces pienso que conseguiré dar con algo que mantenga mi atención siempre, que me llene desde el principio y no deje de sorprenderme día a día.

Hoy pensé en el miedo. El miedo que nos rodea y no nos deja nunca tranquilos. Y creo que no hay peor miedo que el tener miedo a tener miedo. Todo en mí son preguntas y preguntas. Y que nunca encuentro respuesta o soluciones coherentes.
Guardo el miedo de que algún día las grandes palabras pierdan el completo significado que antes tenían. O, como en el ejemplo, que las cosas que tienen valor terminen llenándonos de la misma forma que las cosas que no tienen valor alguno.
A que las cosas ya no sean especiales, a que ya no hayan primeras veces para nada, y ese sentimiento se pierda por completo.

[...]

enero 25, 2014

Querido lector

Allí. Justo allí. Fila trece, sección cuatro, parte baja de la estantería. Ahí estoy yo. Entre otros tantos libros. Justo ahí, ni se me ve. Y normal. Soy de esos libros que nadie lee.

Y qué. Soy un poco libro abierto. Puedes mirarme, antes que verme.
Saber de mí incluso un poquito. Pero qué va. No te creas que antes de abrir siquiera la portada ya sabrás qué pasará conmigo. Qué va. 
Es más. Todo eso no te traerá más que quebraderos de cabeza, o puede que no. Depende de lo que leas, querido lector.
Puedes leerme. Una página, dos, tres, las que quieras, hasta acabar el libro, o hasta dejarlo a la mitad porque ya no puedes leer más. Pero que vuelvas a retomar la lectura.
Que no te digo que te vayas a encontrar ante el mejor libro de todos, pero tampoco creo que sea el peor. Te aseguro que no encontrarás mentiras (si eso alguna mentirijilla  que alguna vez se nos haya escapado) pero no, más verdades. Te lo aseguro.
No esperes estar ante el diario de la tía más popular de todas, porque para nada va a ser así. No te prometo poesías, comedias, o tragedias. Ni la mejor historia de todas. Es más, no prometo que sea entretenida. Quién sabe. A lo mejor querrás salir corriendo. Pero te prometo que encontrarás un poco de todo. Según me de, lector. Porque yo soy un poco así. Según me de.

Léeme, te invito a leerme. Seguramente encuentres mil mundos, unos mejores que otros. Eso seguro. Pero de los que vas a querer quedarte siempre, te lo aseguro.

Puede que no sea de las tapas más duras, o no tenga las hojas más curradas de todos los libros. Pero poseo argumentos, que quizás sea un poquito mejor.
Aunque, solo soy eso, lector, un simple libro. Puedes leerme o dejarlo para leer otro mejor. Sólo sé que leyendo habrás descubierto una cosa nueva.
Y tal vez, a mí.

enero 24, 2014

pero qué pasa aquí.

"¿Y me lo preguntas así? Tranquilamente.Como quien hace un salto en la conversación para encender un cigarrillo, y lo enciende, y después te echa el humo en la cara y te lo suelta."

qué importa el tiempo que pase, me importa lo que pase en ese tiempo

Las cosas demasiado fáciles siempre me dieron que pensar. Qué merecen si ni siquiera te ha costado un poquito de esfuerzo conseguirlo. Cómo vas a valorarlo, si no has dado nada por ello. Es algo que viene, y ya. Y de qué sirve. 
Lo que fácil viene, fácil se va. Y razón no le falta.
Siempre fue mejor conseguir algo, con esfuerzo, para disfrutarlo luego más. Porque cuando algo que has ganado con tu propio esfuerzo, eso, eso ya es otra historia. Y qué más da el tiempo que gastemos en lograrlo. Como si nos tiramos la vida. Nos tiraremos la vida, pero al menos buscando algo que de verdad nos ha valido la pena. Porque tener algo por tener, para qué. De qué sirve. Qué emoción tiene eso. Ninguna. Digo yo. Y seguramente que tú, también.
Y el tiempo. Menudo es el tiempo. Y qué rebelde. Nos promete darnos los mejores momentos. Nuestras mejores horas. Pero para qué, si luego se marcha. Se marcha, y no viene. Que ya volverá, dice. Y a saber.
Solo os digo que nunca le hagáis caso al tiempo. Es un mentiroso. Y no me digáis que no. Que no dura lo mismo una hora con alguien especial que una hora sin esa persona. Y  no solo eso, mil cosas más. Un mentiroso y un temerario. Porque siempre nos llevo a hacer las cosas a última hora. La última hora. Fíjate tú. Y por qué la llamamos última hora, si luego vendrán más. 
También nos hace creer que el tiempo corre, cuando no. Se para. Se para justo cuando estás en un momento de tensión, de nervios, de espera. Y que no quiere avanzar, dice. ¡Será traidor!
Yo solo os digo que nunca, nunca, os fiéis de él. Que a primera impresión, parece marcar solo unos cuantos tic tacs. Pero no, también te roba a ti. Y bueno, ojalá nunca sepáis lo que quiero decir.
Entonces creo que hay cosas demasiado fáciles como para tomárnoslas demasiado en serio. Que luego nos quejaremos, pero es así. Y que el tiempo a veces ayuda, y otras no. Que no siempre va de nuestra mano, vaya. Yo creo que el tiempo es un poco nuestro hermano mayor. Aprenderemos de él, pero siempre nos acabaremos tirando de los pelos por cualquier tontería. 
Así que no sé sinceramente qué quiero deciros con todo esto. Y me da igual. Sólo sé que mis manos se han empeñado a escribirlo y no paran. Normal. No paran. Siempre se les dio mejor hablar ellas. Que yo. Digo. Que mis palabras dichas. Quiero decir.
Si la vida tuviese activado el contestador automático yo creo que muchos mensajes tratarían un poco el tiempo. Y no me digáis por qué. Lo sé. Qué no trata el tiempo, esa es la pregunta. O el intento de pregunta, vamos. Porque yo creo que a veces la vida nos ignora. Un poquito.
Anda que no la habremos dejado mensajes, y ninguno nos lo ha contestado. Anda que no hemos llamado y no nos lo ha cogido. Que a lo mejor está cabreada. Qué sé yo. A lo mejor es tarde. Nunca es tarde. O siempre es tarde para todo, pero nos quieren hacer creer que no, que mejor así, de simple, y ya está. 

Lo simple aburre. -Corrijo- A veces. Otras veces simplemente puede parecerte lo más maravilloso del mundo. ¿Qué buscas? Algo simple, muy simple. Si es que no nos aclaramos. Cómo no va a estar la vida harta de nosotros. Cómo no.
Pero realmente, por mucho decir que nos parece mejor lo difícil, siempre caemos en algo fácil.
Y que quiero decir. Que supongo que empezaremos a perseguir nuestros sueños el día que nuestro sofá deje de ser cómodo.

Creo que si tuviéramos menos tiempo empezaríamos a organizarnos mejor las cosas, a tomarnos la vida más en serio y a hacer aquello que realmente queremos hacer, sin rodeos. Sin perder el tiempo. Y que no nos damos cuenta que es valiosísimo. Y lo gastamos como si nada. Como si luego fuese a volver. Y no. El tiempo, si fuese una persona, sería de esas que vienen, te desordenan y se van. Literalmente, y no tan literal. Se van. Y no vuelven. Ni siquiera se girarían para decirte adiós. Simplemente se irían, y que te vaya bien.

Si cada minuto fuera dinero, os aseguro que no estaríamos aquí, o allí, haciendo lo que estamos haciendo. Estaríamos constantemente pendientes de él. Y tampoco es eso. 
Esto no consiste ni en obsesionarte con el tiempo, ni en regalarlo así como así. Consiste en saber invertirlo. En no dar más a quien merece menos, y dar más a quien no tiene casi apenas tiempo ni para ellos mismos. 


Qué fácil pueden ser las cosas y cuánto nos complicamos. Y que mejor así. Complicado, digo.
Los laberintos mentales siempre fueron bonitos, al menos acompañados de alguien que los recorra. 
Y, que, las cosas no valen por el tiempo que duren, sino por lo mucho que marquen. Y no sé si con esto me he explicado.

enero 23, 2014

Él era más de volar,
ella de no ahogarse.

Él era más de gritar,
y ella de ahogarlo todo
en un suspiro.

Él era más de correr,
ella de no caerse.

Él era de subir,
ella de tirarse al vacío, 
porque era vacío.
O porque esperaba que
él estuviera evitando la 
caída.

enero 16, 2014

ctr

Hace algún tiempo me contaron que existen unas cuantas leyes en la vida, concretamente me hablaron de cuatro leyes importantes.
La primera ley trataba que "las personas que llegan a tu vida son las correctas" o "la persona que llega es la correcta". Es decir, que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, que todas las que nos rodean, interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender, y, avanzar en cada situación.
La segunda ley “lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”. 
Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: “si hubiera hecho tal cosa hubiera sucedido tal otra…”. No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo. 
La tercera ley “cualquier momento que comience es el momento correcto”. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará. 
La cuarta y última ley decía algo como “cuando algo termina, termina”. Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia. 

Probablemente no sea casualidad que estéis leyendo esto, puede que si este texto llegó a nuestras vidas hoy; es porque estamos preparados para entender que ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado. O yo qué sé.
"El fracaso es tu único enemigo." No estoy de acuerdo con esa afirmación, el fracaso es parte de nosotros, demuestra que fuimos valientes para intentarlo, y a la vez es didáctico. De todos los errores hay que sacar algo positivo. 
 Avanzar no es otra cosa que intentar algo, fracasar una o varias veces, aprender, sacar conclusiones y volverlo a intentar hasta lograrlo.  Muchos fracasos te acompañarán a lo largo de la vida, no lo hagas tu enemigo, no dejes que sea un motivo para rendirte, sino algo necesario por lo que todo pasamos para llegar allí donde queremos.

enero 11, 2014

mi teoría de todo

Vengo a confesar que he dado mil vueltas por el blog intentando escribir algo que me llamase la atención, encontrar esa chispa (como se suele decir) que me haga que las palabras salgan rodadas.
Y bueno, entonces me vino a la cabeza que hace menos de media hora estaba en la calle dando una de esas vueltas que no acaban nunca y que siempre te sientan bien para despejarte.
Pienso que todos deberíamos tener un rinconcito muy nuestro que nos hiciera acudir a él siempre que nos encontramos un poco bajos de ánimo. -Corrijo-, creo que todos tenemos un rinconcito muy nuestro al que acudimos siempre que nuestro estado de ánimo está por los suelos.
Probablemente el mejor lugar que exista sea nuestra habitación. El sitio de "ya va a encerrarse a su habitación" que pasa a ser para nosotros algo como "ya voy a liberarme en mi habitación". Y qué ironía.
Supongo que algo en nuestra vida a veces da parones y nos pide anuncios para descansar y volver a retomar las buenas historias. Y de ahí esos constantes vacíos y frenos de mano en la vida. Que yo qué sé.
Entonces pensé en que las palabras hoy en día son baratas. Quiero decir: podemos decir cualquier cosa, buena o mala, ¿por qué? ¡son gratis! Y si no lo fuera supongo que la gente no iría por ahí diciendo las cosas sin pensar. Dejarían de lanzar palabras que hoy en día se pronuncian muy fácilmente, se guardarían para ellos las chorradas y no actuarían como si estuvieran en la planta de rebajas. Y que probablemente sea la mayor chorrada de todas, pero es verdad, actuamos así, como si las palabras no importasen: nada.
Tampoco tenía pensado hablar de las cosas que deberíamos hacer porque si lo supiera os aseguro que no estaría escribiendo esta entrada. Pero sí de un poco mi teoría. Mi teoría de todo.
A veces pienso que esta vida está pre-establecida. Como si cada uno de nosotros tuviéramos un papel concreto y tuviésemos que cumplirlo a rajatabla. El problema es que ninguno (o casi ninguno) de nosotros tiene idea de qué debe hacer. Yo creo que el papel de mis instrucciones lo quemé porque me aburría y no sabía como salir de ahí. Siempre me gustó un poco más la aventura y las sorpresas, aunque tampoco tanto.
Me gustó pensar eso de que las cosas sucedían por algo, -o por alguien-, ¡qué se yo!
A veces mi teoría de todo es que nada dura para siempre. Sí emocionalmente, pero no de la manera que nosotros queremos y eso es terrible.
Otras veces no tengo teoría porque todo me parece demasiado trágico. Aunque supongo que eso tampoco es para tanto. Solo sé -y puede que sea parte de mi teoría- que algo hacemos mal. Nos estamos volviendo unos completos idiotas, todos. ¡Desde cuándo una sonrisa dependía de una última conexión! O yo que sé, por cualquier cosa. Antes éramos más fuertes mentalmente, antes sabíamos controlar un poquito mejor las emociones (creo yo). Ahora lo único que sabemos hacer es quejarnos por cualquier cosa. Depender de un estado de twitter o de facebook.
Suelo pensar negativamente para luego no chocar demasiado con la realidad, pero supongo que a veces necesitamos días realmente malos para darnos cuenta de lo bonitos que son los demás días en la vida. Esta vida. Y quizás eso sea lo único importante.