julio 02, 2014

y por eso nunca acabo

El camino es nuevo. Está asfaltado y sin, subidas y bajadas.
La gente ya no es igual, ni yo tampoco.
Ahora soy de las que en vez de un hazlo, soy de las de ni se te ocurra. Pero ya sabéis, aquí todo visto desde el retrovisor se ve diferente. Pero porque es así, supongo.
Ahora los paisajes se distorsionan, pero yo lo sigo viendo todo horriblemente maravilloso. Que no sé si soy yo o ya no sólo hay gente sino personas. 
Me da igual.
He vuelto a escribir porque no podría estar más equivocada. De todo. En realidad las cosas no venían rodadas, era yo que estaba cogiendo carrerilla para aproximarme al muro que nunca he conseguido traspasar. Y la hostia ha podido ser buena. Directa a la cara y al corazón.
Al final va a ser verdad eso de que cuando te haces una herida todas las hostias van ahí. Un poco la vida. 
A veces me gusta equivocarme, no lo voy a negar. Y que yo que sé, pero hay errores que volvería cometer más de una vez. Aunque luego ya no me queden tiritas.
Ahora si me tocas ya no corto. Todos mis trozos los he pegado. Creo que no están en el mismo sitio que antes, pero tampoco se ven tan diferentes.
Pues ya ves. El camino es nuevo y yo parece que también. No sé cuánto dura el camino porque no me gusta el tiempo. Y a veces, las cosas duran sólo un segundo, como dicen. Aunque parezca que no, un segundo es suficiente. Creo que sólo nos basta con cerrar los ojos muy fuerte y hacer que no estamos aquí, durante un segundo al menos si me dejan, me vale. No sé, de vez en cuando estaría bien hacerlo.

Y ya está. Nunca se me dieron bien los finales.

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