enero 11, 2014

mi teoría de todo

Vengo a confesar que he dado mil vueltas por el blog intentando escribir algo que me llamase la atención, encontrar esa chispa (como se suele decir) que me haga que las palabras salgan rodadas.
Y bueno, entonces me vino a la cabeza que hace menos de media hora estaba en la calle dando una de esas vueltas que no acaban nunca y que siempre te sientan bien para despejarte.
Pienso que todos deberíamos tener un rinconcito muy nuestro que nos hiciera acudir a él siempre que nos encontramos un poco bajos de ánimo. -Corrijo-, creo que todos tenemos un rinconcito muy nuestro al que acudimos siempre que nuestro estado de ánimo está por los suelos.
Probablemente el mejor lugar que exista sea nuestra habitación. El sitio de "ya va a encerrarse a su habitación" que pasa a ser para nosotros algo como "ya voy a liberarme en mi habitación". Y qué ironía.
Supongo que algo en nuestra vida a veces da parones y nos pide anuncios para descansar y volver a retomar las buenas historias. Y de ahí esos constantes vacíos y frenos de mano en la vida. Que yo qué sé.
Entonces pensé en que las palabras hoy en día son baratas. Quiero decir: podemos decir cualquier cosa, buena o mala, ¿por qué? ¡son gratis! Y si no lo fuera supongo que la gente no iría por ahí diciendo las cosas sin pensar. Dejarían de lanzar palabras que hoy en día se pronuncian muy fácilmente, se guardarían para ellos las chorradas y no actuarían como si estuvieran en la planta de rebajas. Y que probablemente sea la mayor chorrada de todas, pero es verdad, actuamos así, como si las palabras no importasen: nada.
Tampoco tenía pensado hablar de las cosas que deberíamos hacer porque si lo supiera os aseguro que no estaría escribiendo esta entrada. Pero sí de un poco mi teoría. Mi teoría de todo.
A veces pienso que esta vida está pre-establecida. Como si cada uno de nosotros tuviéramos un papel concreto y tuviésemos que cumplirlo a rajatabla. El problema es que ninguno (o casi ninguno) de nosotros tiene idea de qué debe hacer. Yo creo que el papel de mis instrucciones lo quemé porque me aburría y no sabía como salir de ahí. Siempre me gustó un poco más la aventura y las sorpresas, aunque tampoco tanto.
Me gustó pensar eso de que las cosas sucedían por algo, -o por alguien-, ¡qué se yo!
A veces mi teoría de todo es que nada dura para siempre. Sí emocionalmente, pero no de la manera que nosotros queremos y eso es terrible.
Otras veces no tengo teoría porque todo me parece demasiado trágico. Aunque supongo que eso tampoco es para tanto. Solo sé -y puede que sea parte de mi teoría- que algo hacemos mal. Nos estamos volviendo unos completos idiotas, todos. ¡Desde cuándo una sonrisa dependía de una última conexión! O yo que sé, por cualquier cosa. Antes éramos más fuertes mentalmente, antes sabíamos controlar un poquito mejor las emociones (creo yo). Ahora lo único que sabemos hacer es quejarnos por cualquier cosa. Depender de un estado de twitter o de facebook.
Suelo pensar negativamente para luego no chocar demasiado con la realidad, pero supongo que a veces necesitamos días realmente malos para darnos cuenta de lo bonitos que son los demás días en la vida. Esta vida. Y quizás eso sea lo único importante.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar huella aquí