octubre 20, 2013

cosas

Las cosas no se me dan bien, o bueno, no se me suelen dar bien. Por muy bien que vaya algo, a medida que pasa el tiempo algo se jode. 
Y debería estar acostumbrada.
Pero no.
No sé.
Tampoco sé como tratar a la gente. Quiero decir: para dar consejos a veces soy de las mejores, pero otras veces no sé ni por donde salir. Y es más, de qué me sirve dar los mejores consejos, si luego yo, no sé, o no quiero aplicármelos a mí misma.
Soy tímida en la mayoría de las situaciones, por no decir absolutamente todas. Aunque ya estoy empezando a controlar no ponerme roja por cualquier cosa.

Odio esperar, y más cuando lo que espero es muy importante para mí, pero para esas cosas, sí sé esperar. Y quizás sea genial para alguien impaciente. Aunque yo no estoy del todo segura.

Suelo ser una persona, a priori, alegre. Y lo más probable que si me ves sea sonriendo. Aunque una cosa es la sonrisa y otra la mirada, que yo, no consigo descifrar del todo en otros, pero en mí bastante.

Tengo un don, un don para el desastre. Pero suelo concienciarme de las cosas malas mucho antes de que ocurran, para que así, duela menos. Y mejor, te lo aseguro. Digo te y no os porque no creo que más de una persona esté aquí leyéndome, o que haya llegado hasta estas líneas. Y lo más probable es que sea yo ese 'te'.

No soy una persona que confía en la gente a los tres días de conocerla. Para nada. Para mí, la confianza, la buena confianza y de verdad es la que mantengo a muy poquitas personas. Y te puedo asegurar, que es mucho mejor.

No espero nada de nadie. Porque, con el tiempo me he dado cuenta que la gente siempre pide, pero nunca da. Y yo, estoy harta de entregar tanto para no recibir nada. Y eso te enseña a ver lo tonta que puedo llegar a ser.

Lo peor. Que no aprendo. Suelo darme la (misma) hostia, más de una vez. Porque pienso que la primera ha podido ser así, pero que la segunda puede cambiar. Y no. Normal. Siempre es la misma, el mismo tipo, la misma cantidad, el mismo asunto y la misma hostia.

De tanto equivocarme suelo no pensarme algunas cosas, si total, darme otra más no me va a doler. Aunque no puedo evitar decir que, tengo que pensarme mil y una veces la misma cosa, el mismo problema. Soy así de rayante y espero que nunca tengas que llegar al semejante lío que se monta mi cabecita.
Por suerte, o quizás sea por mala suerte, acierto muchas cosas. Pero no acertar cosas buenas como tener tres opciones y acertar la correcta, no, eso no; sino de acertar cosas malas, decir que no me llego a fiar de alguien porque pienso que tarde o temprano me la va a jugar y ¡bingo!

Así soy. Rodeada de mala suerte, normalmente. Si algo es malo, me toca a mí. Y si es bueno, ni me roza.

No sé.

Y, ojalá nunca sepas de lo que hablo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar huella aquí