noviembre 22, 2013

Grita que no se te oye

Tener ganas de todo, y a la vez no tener ganas de nada. ¿Conoces esa sensación?
Estoy llena de contradicciones. Internas. Que quieren acabar con todo pero a la vez no quieren abandonarlo, de huir pero de quedarse a la vez.
Y cuando llegué a blogger leí "introducción". Y digo yo: ¿Introducción a qué? ¿A mí? ¿A mi caos?
¿A qué? 
Tengo miles de ideas contradictorias pero fusionadas como si fueran pegamento, y no puedo leerlas, ni oírlas con claridad. 
Sí, hablo de entenderme. 
Siempre me ha dado que pensar, pensar, pensar, y pensar, y así siempre. Porque, yo he sido más de pensar y callarlo, reflexionarlo y analizarlo poquito a poco, y hacerlo todo caótico.
Sí, es un desorden. Y el problema que no sé ni cómo se ordena esto. Y si no voy a saberlo yo, menos tú, supongo. Una cosa es cierta. Es un caos interior. El "que no se note" de toda la vida.
Y ese es el primer error de mí. 
Me cuesta entender que no tengamos esa capacidad (por pequeña que sea) de mirar a los ojos y verlo todo con claridad, ver qué se esconde detrás de unos ojos del color que sean. Que digo yo, que algo dicen. Aunque no todos sepan interpretarlo. 
Ver detrás de esa masa de piel miles de letras, y que tú tan solo te limites a leerlas.
Difícil, ¿no? Junto con que nos pasamos la vida huyendo, esperando, y guardándonos dentro de nosotros mismos cosas que nunca diremos pero querríamos decir, o no sé. Algo así. 
Nadie elige como es, yo no elegí ser así. Hubiera escogido algo como "seguridad", "confianza en uno mismo", "tranquilidad"... Y bueno, todos deberíamos aceptarnos, aceptar ser quien somos, por el simple hecho de que somos, ¿no? 
Dejar de un lado las cosas que nos comen la cabeza para empezar a ser nosotros los que empecemos a comernos el mundo.
Hablo de demostrar que valemos, tanto por dentro como por fuera. Y ha llegado nuestro momento.
¿A qué esperamos?

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