noviembre 29, 2013

las cosas patéticas que escribe una en el metro

No sé que hago, lo cierto es que este tipo de al lado me está poniendo de los nervios. Pero es una de las personas que me han impulsado a escribir desde el móvil y muy cutremente. Lo cierto es que, me gusta guardar las cosas en borradores y publicarlas cuando todo haya sido un poco revisado.
Él estaba a sus cosas, a su música y probablemente no se enterase de que justamente ahora estoy hablando de él. Estaba escribiendo en su cuenta de twitter y eso me dio ganas de escribir a mí. Si consigues desviar la vista hacia mi móvil sólo era saludarte y decirte que me acabas de transmitir ideas que tenía un poco perdidas y desordenadas por mi cabeza.

Una vez una persona me dijo: "eres una de esas personas que no se tienen que perder nunca". No sabía muy bien a qué se refería. Hablaba de la amistad, pero me sorprendió pensar que aquella persona que me dijo eso ya ni siquiera sabe nada de mí.

Los que se sentaban delante habían desaparecido y no me había dado cuenta. Había estado tan centrada en escribir algo coherente que había olvidado la realidad. 
Ahora podía verme reflejada en el cristal de enfrente. No paraba de rotar la mirada por todo el vagón. Había perdido el hilo de lo que quería escribir y buscaba algo que lo reanimase.
El chico de al lado seguía ahí, esta vez había cambiado su postura, pero no se bajaba.
Paramos y entró una chica que se puso justamente tapándome la visión de mi yo. Y me alegraba no poder verme.
Me giré para leer la estación, me sorprendió ver que había pasado tanto tiempo y tan sólo habían pasado un par de paradas.

No sé que haría sin escribir. Supongo que hay veces que no consigo aceptar mi realidad. 
Me niego a ver que realmente soy la chica despeinada y solitaria. Pero lo pienso.
Me niego a plantearme el hecho de que, la gente cambia. Y me incluyo. 
De que ya ni me gustan las cosas que me encantaban hace meses y de que pienso mucho que debería mandar a mucha gente de vacaciones.
Nunca lo hago.
Es como si algo me estuviera reteniendo, o como si yo misma me escondiese y no quisiese aceptar las cosas que pasan. Que suelo aceptarlas y darlas de frente. Raro.

No sé que haría sin las canciones y sus letras. Sin las películas que tanto me han ilusionado. ¿Sabéis a lo que me refiero?

Volví a la realidad y me fijé en la chica que tenía sentada en frente. Leía un libro, pero mi vista de cegata no podía leerlo con claridad. Y ni siquiera reconocía la portada.
Miré sus zapatos. Eran una especie de botines coloridos con purpurina. Quizá descrito suenen horribles, pero eran bonitos. Aunque, no pegaban nada con la cara de tragedia de aquella chica.

Me dio por mirar mi móvil y seguir escribiendo. Preferí escribir a contarle algo triste a alguien, a pesar de que me dijesen que se lo contara. ¡Cómo si les interesase! ¡Bastante tenían ellos con lo suyo!

Esta vez alguien tosió y esto me hizo volver al mundo real. Vi que estaba sola, el chico de al lado ya no estaba y yo seguía en las cuatro líneas de una entrada que posteriormente guardaría en borradores como "las cosas patéticas que escribe una en el metro".


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